CAPÍTULO 106 ¡MAMÁ, NO LA LÍES!

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Y la hice gritar, mucho y varias veces. Mi relación con Lucy cada día iba a mejor. Desde que nos habíamos vuelto a unir, no había día que lo pasáramos separados. Podría decirse que prácticamente me había instalado en su apartamento. Poly, mi nana, me preguntó si estaba bien, que veía el piso muy limpio y recogido. Tuve que decirle lo que pasaba, se puso muy contenta. Ella sabía de nuestra relación por mi madre, pero le pedí que no dijera nada de que estábamos viviendo juntos. Nuestras madres nos agobiarían con el tema de casarnos y por el momento no necesitábamos hablar de ese tema. No quería romper nuestro estado de felicidad y buen rollo que habíamos vuelto a crear. Hasta nuestros amigos se dieron cuenta y nos llamaban lapas. Sí, habíamos vuelto a toquetearnos, a estar pegaditos y todas esas cosas que hacen las parejas empalagosas. Como decía Juvia, derrochábamos miel, pero a mí me daba igual. Me gustaba derrochar miel con Lucy.

Todo iba estupendamente, Lisanna no nos molestaba, sí que oímos comentarios de lo que iba diciendo por los pasillos, pero la gente no la creía, ya que mi Luce y yo estábamos muy bien. Loke me encaró, pero al igual que hacía con Lisanna lo ignoré, no iba a permitir que nada ni nadie se entrometiera en nuestra relación y menos ahora que había recuperado la total confianza de Lucy.

—Te voy a echar de menos —dije.

—Yo más —dijo haciendo un puchero. Sonreí y la besé— ¿Por qué tienes que irte?

—Ya te lo he dicho, mi padre me ha pedido que lo ayude en una transacción en Nueva York.

—No quiero que te vayas —enterró su cara en mi pecho. Sonreí.

—Los papeles se invierten. La otra vez te fuiste tú, ahora me voy yo.

—¿Intentas burlarte? —me miró con los ojos entrecerrados.

—No, claro que no. Solo argumentaba un hecho.

—Admítelo, te encanta irte y saber que te voy a echar muchísimo de menos. Que no podré dormir sin ti y que no voy a dejar de pensar en ti —ensanché mi sonrisa.

—Culpable —alcé mis manos. Hizo un tierno puchero—. Pero piénsalo así, yo también estaré como tú.

—No es verdad, entre que estarás ocupado y saldrás a divertirte no pensarás en mí.

—No seas tonta, sí que pensaré en ti.

—¿Me lo prometes? —era tan adorable cuando se ponía así.

—Te lo juro por lo que más amo en este mundo —hice un gesto solemne y sonrió complacida. Agarró los dos extremos de mi bufanda favorita, bueno era la única que tenía, la que ella me regaló, y me atrajo hacía ella uniendo así nuestros labios. De fondo escuché como anunciaban mi vuelo. Resopló—. Debo irme sino perderé el vuelo.

—Está bien, saluda a tío Igneel de mi parte —mi padre hacía dos días que estaba en Nueva York.

—Es tu suegro.

—Es tío Igneel —reí negando con la cabeza. Era una cabezota y no quería admitir que mi padre era su suegro.

—Muy bien preciosa. Saludaré a tu suegro —infló sus mofletes. Los piqué para que expulsara el aire y la besé una vez más.

—Va, vete, que sino no dejaré que te marches.

—No olvides que te quiero Princesita —sonrió.

—Y yo a ti Feo Dragón —sonreí. Nos miramos por un momento.

—Derrochamos miel —dijimos a la vez y reímos.

—Me voy —dije muy a mi pesar. Asintió. Nos besamos una vez más y nos abrazamos fuertemente.

—Nos vemos pronto —asentí.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora