CAPÍTULO 136 ¡¿QUÉ ESTÁS INSINUANDO?!

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El silencio se hizo en el salón, lo único que lo interrumpió fue Gina sirviéndonos un poco de té.

—Preferiría café —dijo Lisanna.

—Querida —dijo mi madre—, no es bueno que bebas café en tu estado.

—¿Por qué no? Solo es café —respondió Lisanna sin comprender. Hasta yo que no sabía mucho del tema, sabía que no era aconsejable tomar café durante el estado de gestación, podría afectar al desarrollo de un bebé.

—Yo tomé café durante mi embarazo y no me paso nada —interrumpió la madre de Lisanna. Quizás a usted no, pero a su hija sí.

—Lisanna, toma té —dijo el Sr. Strauss. Lisanna resopló.

—Está bien, pues té, con mucho azúcar. Odio el té —masculló entre dientes Lisanna. Gina le sirvió una taza y le echó dos terrones de azúcar— ¿No has oído? Mucho azúcar —mi padre carraspeó. Gina le echó dos terrones de azúcar más. Maleducada, y sus padres no le dicen nada...

—Gracias Gina, puede retirarse —dijo mi padre. Gina asintió. Llega a ser Poly y seguro que soltaba alguna. Seguramente mi madre le pidió que no hiciera acto de presencia conociéndola.

—Bien —dijo la madre de Lisanna—, nos hubiera encantado conocerlos en otras circunstancias, pero los hechos son los hechos y nuestra pequeña está embarazada de su hijo.

—Eso es discutible —dije.

—Natsu —me advirtió mi padre. Vi la cara de la Sra. Strauss. Se sintió ofendida. En cambio, el Sr. Strauss se mantenía sereno. A decir verdad, no le encontraba parecido a Lisanna con ese señor. Era más parecida a su madre, mucho más.

—No dudo de mi hija —prosiguió la Sra. Strauss—, si mi hija dice que ese bebé es tuyo, yo la creo —dijo dirigiéndose a mí. Le sostuve la mirada. Había algo en ella que no me gustaba, al igual que cuando miraba a Lisanna, sentía ese enojo hacia ellas. Eran manipuladoras. Apenas conocía a esa señora, pero me bastó con esa mirada para saber cómo era.

—No quiero ofenderla señora, pero la reputación de su hija es cuestionable. Así que permítame dudar si ese supuesto bebé es mío o no.

—¡Eres un desvergonzado!, ¿estás llamando a mí hija lo que creo que estás llamando?

—Querida —intervino el Sr. Strauss.

—No, este jovencito está insinuando que nuestra hija es una cualquiera, eso no lo pienso consentir —vi como Lisanna esbozó una medio sonrisa. Por eso había decidido que sus padres estuvieran presentes, para que no le dijera a la cara lo puta que era.

—Disculpe los modales de mi hijo —intervino mi padre. Me miró—. Discúlpate con la Srta. Strauss por tus palabras.

—No pienso retirar lo que he dicho. Es lo que pienso —contesté. Mi padre me miró severamente. Lo siento, pero no iba a ceder ante ella.

—Esto es increíble. ¿Acaso no le enseñaron modales? —la Sra. Strauss se dirigió a mi madre.

—Eduqué muy bien a mis hijos —se defendió mi madre.

—Sí, y por eso uno de ellos huyó —contrarrestó la Sra. Strauss. Vi como a mi madre le dolió ese comentario.

—¡Querida! —la riñó el Sr. Strauss. Esto no iba a acabar nada bien— Disculpen a mi esposa, a veces tiene la lengua un poquito larga —era increíble como la sociedad conocía los detalles escabrosos de una familia. Incluso mi padre que intentó ocultar el incidente con que se había ido a estudiar al extranjero, ese hecho no había servido de nada. Parecía que sabían perfectamente que mi hermano huyó. ¿Tanto sabían de mi familia? Era increíble.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora