CAPITULO 13 ¡LOVE&LUCKY!

118 19 0
                                    


—¿No exageras un poco? —pregunté a la Princesita. Después del incidente en la piscina, estábamos en la que creo que es su habitación.

—No..., tengo frío —contestó. Estaba envuelta con un edredón encima de la cama. Parecía una niña pequeña asustada. ¡Dios! casi me da algo al no verla salir del agua.

—¿Esta es tu habitación? —pregunté. Ella asintió con la cabeza.

—¿Tú no tienes frío? 

—No, tranquila, suelo tener una temperatura corporal bastante elevada —contesté. Sonrió levemente. Juro que no iba con segundas.

—¿Te está bien la ropa de Sting? —Sting..., aún no hemos comentado nada de lo que he escuchado en la piscina.

—Sí, tranquila.

—¿No vas a preguntar? 

—¿Quieres que lo haga?

—Siempre lo haces —contestó con una leve sonrisa. Aún tenía el susto en el cuerpo. Creo que los dos lo teníamos.

—Él es Eucliffe y tú Heartfilia, ¿sois hermanastros?

—No, somos hermanos de sangre.

—No entiendo.

—¿Cómo se llama Sting? 

—Sting H. Eucliffe.

—¿Y de qué crees que es la H?

—Heartfilia... —ahora caigo.

—Eucliffe es el apellido de soltera de mi madre.

—¿Y por qué usa el apellido de tu madre y no el de tu padre?

—Porque quiere labrarse un futuro como nadador y no quiere que sus méritos sean a causa del apellido de la familia —contestó. Vaya, lo he juzgado mal...

—¿Eso no es un poco absurdo? 

—Depende de cómo lo mires, para él es importante saber qué lo que ha conseguido, lo consigue por él mismo, no por las puertas que te pueda abrir la fortuna de la familia. Él lo ha decidido así y lo respetamos.

—¿Tu padre no se enfadó?

—No, que va —dijo agitando a la vez la cabeza en señal de negación—. Mi padre suele respetar nuestras decisiones, mientras no sean un disparate descabellado —dijo esto último riendo un poco.

—Tu padre parece buena persona.

—Sí, lo es. ¿El tuyo no lo es?

—Sí, solo que es muy exigente —dije recordando lo exigente que es y lo importante que es para él, el apellido Dragneel.

—De los dos, mi madre es la exigente y mi padre el condescendiente —dijo con una sonrisa.

—En mi caso es, al contrario, aunque mi madre a veces es exigente, más bien exasperante —dije entonando más la última palabra.

—La mía igual —reímos por nuestras madres exasperantes.

—¿Por qué tu hermano te llama princesita?

—Adelante —dijo. Habían llamado a la puerta.

—Princesa, ¿es hora de mi castigo? —Esta mujer es rara.

—No, Virgo, no es hora de tu castigo —dijo indulgente— y te dicho millones de veces que no digas eso, que asustas a la gente.

—Lo siento, les traigo esto para que entren en calor —Virgo traía una bandeja con unas tazas de té caliente.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora