CAPÍTULO 53 ¡MAMÁ PATO AL RESCATE!

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Llevábamos una hora hablando de tonterías en el club de Cana. Echaba de menos estar así con Gray, de buen rollo. Desde que llegaron las chicas nuevas no habíamos vuelto a quedar así.

—¿Todo bien chicos? —nos preguntó Cana, aún no la habíamos visto por el lugar.

—Sí —contestó Gray.

—Hacía tiempo que no os veía por aquí juntos —dijo.

—Sí, bastante —dije. Gray asintió.

—¿Qué tal la chica del otro día? —preguntó Cana. Gray la miró extrañado. Nunca nos preguntaba por nuestras conquistas— Lucy era ¿verdad? —dijo. Agh, no podía callarse no, tenía que decir el nombre de la Princesita. Gray me miró curioso.

—Sí, bien, Lucy está bien —dije. Gray rio por lo bajo.

—Espero verla de nuevo por aquí, me cayó muy bien —dijo sonriendo.

—Si apenas cruzaste dos palabras con ella —dije.

—Bueno, pero eso me bastó para saber que esa chica me caía bien —dijo. La miré con el ceño fruncido—. Además, es muy atrevida —dijo y rio.

—¿Qué hizo? —preguntó Gray.

—Cantar —dijo Cana. Espero que no suelte que bailó sensualmente— y bailar, puso al personal loco —mierda. En serio Karma, ¿qué te he hecho?

—Ya veo. Lucy canta muy bien —dijo Gray, hizo una sonrisita burlona.

—Sí, la verdad que lo hace realmente bien —dijo Cana—. Bueno, saludarla de mi parte —dijo. Asentimos y nos dejó de nuevo solos.

—¿Así que Lucy vino a buscarte aquí? —dijo Gray alzando una ceja. No quiero tener esta conversación con él.

—Sí, algo así —dije incómodo.

—Tranquilo, no voy a meterme contigo —dijo—. Solo sentía curiosidad —sonreí forzadamente—. Esa chica no te quita ojo —dijo. Miré hacía donde miraba. Me acordaba de ella, era la del día de mi cumpleaños, la chica que fue derrotada por la Princesita.

—Ah, ya, el otro día la vi, canta fatal —dije.

—Pero es mona, para un revolcón sirve.

—Supongo —dije.

—¿Qué pasa? ¿No te gusta? Es tu tipo.

—No es eso —dije. Me miró con el ceño fruncido.

—¿Entonces? —preguntó.

—No sé, quizás escucharla cantar fatal le quitó todo el encanto —mentí. No fue eso, quizás un poco sí, pero ya había perdido las ganas de revolcarme con ella mucho antes de eso.

—¿Tan mal lo hizo? —preguntó divertido.

—Sí, cantó en francés, bueno, hizo un intento de cantar en francés, pero no le salió. Se insinuó mucho con la canción —dije.

—Ya veo, ¿y qué más da que cantara mal? Para revolcarse no hace falta que cante bien —dijo.

—Lo sé, pero...—dejé la frase en el aire.

—Lucy estaba aquí ¿no? —dijo. Asentí— ¿Y eso fue antes o después de que Lucy cantara?

—Después —contesté.

—Entonces ya entiendo porque Lucy salió a cantar —dijo con una sonrisita. Lo miré confundido— Estaba celosa, está claro —dijo. Sí, eso lo dijo. Pero no iba a decírselo.

—No creo, ¿por qué iba a estar celosa? —pregunté.

—Natsu, es obvio que le gustas —contestó. No sonrías Natsu, no sonrías— y es obvio que a ti te gusta ella.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora