CAPÍTULO 84 ¡STING, VAS A MORIR!

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Volvimos a clase, entre tonterías nos habíamos quedado de más en la cafetería. Cuando llegamos al aula apenas quedaban sitios libres. Ni rastro de Gray y Juvia, lógico, ellos sí que estarían aprovechando bien el tiempo. Mientras yo y la Princesita a dos velas. Agh, la necesito.

—Vosotros sentaos allí —Levy señaló unos asientos—. Gajeel y yo nos sentaremos en esos otros —dijo. Sus asientos estaban más alejados. La Princesita se adelantó. Me quedé mirando a Levy—. Tienes mi voto de confianza, así que no lo desaproveches.

—Sabes que esto es en parte tu culpa ¿no? —le dije. Frunció los labios.

—Sí y ya he pedido disculpas por ello. Pero no lo pones fácil, te has ido a comerle los morros a otra —rodé los ojos—. Así que voy a darte mi voto de confianza.

—Vamos Enana, deja a los dos tortolos que hablen sus cosas —dijo Gajeel. Los dos se fueron hacía sus asientos y yo me dirigí junto a la Princesita.

—Bien, ¿Cuánto tiempo vamos a seguir con el jueguito de que tú y yo nada que ver? —pregunté al sentarme.

—¿Qué pasa? ¿Ya te estás rajando Feo Dragón?

—¿No crees que ya ha sido suficiente? Esos dos casi se pelean por una tontería y todos están arrepentidos.

—Entiendo, olvidas rápido —alcé una ceja—. Está bien luego lo diremos en el almuerzo —parecía molesta.

—¿Olvido rápido? —pregunté.

—Sí —suspiró—, da igual. Tienes razón, es mejor que les digamos la verdad para no crear mal entendidos tontos. Luego les decimos ¿vale? —sonrió, pero no era una sonrisa sincera.

—Vale —contesté. Me quedé mirándola fijamente a los ojos. Algo había que no me decía—. Oye... ¿estás bien?

—La clase empieza, mejor que prestemos atención. El profesor de economía nos tiene en la mira —miré y el profesor había entrado. Había evitado contestarme, entonces sí había algo más.

No volvió a hablar, la clase empezó. Notaba que ella estaba inquieta. ¿Qué había querido decir con que olvido rápido? A ver, todo se ha hecho una gran bola. Sí, nuestros amigos habían sido unos cabrones haciéndonos pasar lo que hemos pasado. Entiendo que ella esté molesta con las cosas horribles que le han dicho sobre mí, sobre lo nuestro. No sé Dragneel, llámame loco, pero quizás en parte le han creado una inseguridad. ¿Inseguridad? ¿No está segura de lo nuestro?

—Lucy... ¿no estás segura de lo nuestro? —susurré. En ese instante se giró a mirarme sorprendida.

—Natsu ¿crees que este es el momento adecuado para hablar de eso? —contestó. Era eso.

—No lo estás ¿cierto? —me miró sin saber que contestar— ¿Es por todas las cosas horribles que te han dicho de mí?

—Natsu, no quiero hablar de eso ahora —contestó y miró al frente.

—Pero yo sí —dije. Suspiró—. Por favor —supliqué.

—Está bien, sí, no estaba segura de lo nuestro.

—¿Estabas? ¿Ahora lo estás?

—Natsu, luego hablamos ¿sí? —yo quería seguir con la conversación, pero ella no—, por favor.

—Está bien. Luego hablamos —contesté. Tenía razón, este no era el momento ni el lugar adecuado.

El resto de la hora la pasamos en silencio. No presté atención a la clase, solo la miraba a ella. No estaba segura, ¿pero ahora sí? Agh, ¿por qué las cosas no pueden ser sencillas? ¿Por qué siento que a veces estamos muy cerca y luego tan alejados? En el viaje todo era perfecto, estábamos muy unidos y ahora es como si cada vez nos alejásemos más. Y solos Dragneel. Quizás es eso lo que no has hace falta estar solos...

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora