—¡Buenos días! —saludé a la Princesita, estaba sola en el estacionamiento de la universidad.
—Si tú lo dices...—suspiró— Buenos días —me saludó. Se la notaba decaída.
—¿Fue muy dura tu madre? —pregunté intentando no burlarme.
—Sí... estuvo casi dos horas dándome un sermón —dijo apenada.
—No le sentó nada bien que volvieras a quemar uno de sus vestidos, ¿no? —pregunté.
—No... ¿Cómo sabes qué fue por el vestido?
—Mi madre me lo dijo, creo que estaba dentro cuando acorraló a Sting —dije.
—¡Ese Sting! cuando lo pille se va a enterar —dijo enojada, ya no estaba apenada. En sus ojos podía ver el fuego de la venganza. Reí.
—No te rías, la venganza será terrible —dijo con sus puños apretados. No podía evitar reír.
—¿Eres vengativa? —pregunté curioso.
—Solo cuando lo merecen y Sting se lo merece —dijo apretando más los puños.
—Ya, ya, tranquila, relaja los puños que te vas a clavar las uñas —le dije. Me hizo caso.
—Es que a veces me saca de mis casillas —dijo frustrada. Sonreí al verla así. Es una faceta que no había visto de ella.
—¿Y cuál es el castigo? —pregunté.
—Eso es lo peor —dijo cambiando su semblante a uno más serio casi asustada— no lo sé.
—¿Cómo? —pregunté confuso.
—Me dijo que se va a pensar un buen castigo y que ya me lo dirá y cuando mi madre se piensa un castigo ya puedes temblar —dijo horrorizada— Por lo pronto tengo que ir toda la semana a ayudar en la empresa.
—Espero que no sea muy dura contigo —dije acompañándola en su pena.
—Y yo y yo —dijo.
—¡Buenos días! —saludó Levy venía junto con Gajeel y detrás acababa de llegar Gray.
—¡Buenos días! —saludé.
—Buenos días —saludó decaída, la Princesita.
—Uy, ¿Qué pasa? ¿No me digas que seguís discutiendo como perros y gatos? —preguntó Levy.
—No, no discutimos —contestó.
—Menudo espectáculo que distéis —dijo Gajeel divertido.
—¿Qué os dijo el rector? —preguntó Gray.
—Bueno... —dijo la Princesita mirándome. Ella no quería mentirle a Gray se lo notaba.
—Pues no fuimos —dije.
—¿Qué? ¿estáis locos o qué? Como se entere Erza os mata —dijo Levy.
—¿Y qué hicisteis? —preguntó un tanto serio Gray, mirándome a mí y luego a la Princesita.
—Pues nos disculpamos y ahora somos amigos —dijo la Princesita.
—¿Amigos? —preguntó incrédulo Gray.
—Sí, amigos —afirmé— nos dimos cuenta de que en el fondo no nos caemos tan mal —añadí. Gray me miró con el ceño fruncido. No se creía mucho lo que le estábamos diciendo.
—Eso está bien. Juvia estará contenta —dijo Levy.
—¿Y qué más? ¿Por qué luego no fuisteis a rectoría? —insistió Gray. Volviendo su vista a la Princesita.
ESTÁS LEYENDO
¡HURACÁN LUCY!
RomanceQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...