CAPÍTULO 129 ¡BASTA!

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Después de dos horas de asimilar nuevos conceptos respecto al diseño de moda. Acuario por fin me había dejado libre. Había que decirlo, Acuario también sabía mucho sobre el diseño y todo lo que me enseñaba era bien recibido. Había aprendido mucho tanto de ella como de la propia Layla. No era simplemente dibujar un diseño y ya está, era importante sí, pero se debían tener en cuenta varios factores. Como a quién iba dirigido el tipo de diseño que tenías en mente, o que quieres reflejar en ellos, quizás este era uno de los conceptos más difíciles de aprender. Cuando se dibujaba un diseño, debía tener tu marca, es decir, que, viéndolo, la gente sepa que es tuyo por lo que transmites en ellos. Cómo he dicho, algo difícil y difícil de explicar. Con sus directrices había aprendido mucho y más que me quedaba por aprender.

—Natsu —Layla se acercó a mi mesa de diseño.

—Hola —saludé.

—¿Qué tal?

—Bien, gracias —miró mis diseños.

—Vaya, avanzas muy rápido. Esto es genial —dijo tomando mis diseños y mirándolos con detenimiento—. Sabía que no me equivocaba contigo —me dedicó una sonrisa que correspondí— ¿Y ya sabes lo que vas a hacer con tu futuro?

—Pensé que eso lo habría comentado con mi madre —sonrió.

—Bueno algo sí, pero lo jóvenes de hoy en día hoy dicen una cosa y mañana otra. Quizás habías cambiado de opinión.

—No, no he cambiado de opinión. Quiero dedicarme al diseño —sonrió.

—Bien, eso es muy bueno. Pues sigue así y pronto podrás superarme.

—¿El alumno supera a la maestra? —me burlé un poco. Frunció el ceño.

—No te pases. Que yo bromeé está bien, pero tú no —contuve la risa. Ya sé de quien sacó Lucy el ceño fruncido. Era igualita a su madre. Viendo a Layla, Lucy envejecería muy, pero que muy bien. Layla no parecía que rondara los cincuenta. Hablando de la edad se acercaba el cumpleaños de mi madre ¿querrá celebrarlo? —. Por cierto, ahora que estamos solos... —dijo mirando hacia la sala. Tragué duro. Miedo me había dado el tono en que lo dijo—. El cumpleaños de Grandeeney se acerca —asentí aliviado, por un momento creí una tontería. Lucy me mataría si le llego a insinuar algo así. Y estúpido de mí por pensar que Layla quería hacerme una proposición indecente. Drangeel, eres un engreído y egocéntrico. No, si al final va a tener razón Lucy en que me lo tengo muy creído.

—Sí, así es —dije. Sonrió. No, no era lo mismo. Lucy era mucho mejor. La sonrisa de Lucy me encandilaba, y a diferencia de sus progenitores y su mellizo, ella era la única que tenía esos hermosos hoyuelos que me derretían. Y para que mentir, solo tenía ojos para Lucy.

—No quiere celebrar nada.

—Lo sé, desde...

—Sí, lo sé, desde que vuestro hermano se marchó no ha sido mucho de celebrar nada —asentí.

—No la culpo, yo tampoco quería celebrar nada. Aunque ella siempre insistía en que saliera con los amigos a celebrar.

—La entiendo. Es una situación delicada. Por mucho que su hijo se marchase, había otro al que debía cuidar y por eso se mantuvo fuerte, aunque no quita que tuviera su depresión.

—Veo que estaba muy al tanto de la situación —Layla asintió.

—Grandeeney y yo, como ya sabes, hablábamos mucho, y con esto de las tecnologías, móviles y demás, mucho más fácil que cartas —sonreí y asentí.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora