—¿Te gustaría quedarte a cenar?
—No —contesté secamente. Quería que bajara ya del maldito coche.
—Debemos relacionarnos más, por el bien del futuro bebé —miré a Lisanna con una ceja alzada. Respiré hondo, reuniendo toda mi paciencia.
—Lisanna, estoy cansado. Quiero ir a casa y descansar. Otro día ¿vale? —ni hablar. Ella pareció quedar conforme.
—Está bien, pero... —Lisanna se acercó a mí de un movimiento y giré mi cara. Sus labios tocaron mi mejilla. Me quedé rígido. No quería discutir— Un día de estos dejaras que te bese, ya lo veras.
—Baja del coche ya. Es tarde —vi de reojo como hizo una mueca y abrió la puerta del coche.
—Espero que sigas manteniéndote alejado de Lucy —la miré endurecidamente.
—No tengo que darte explicaciones de lo que haga con mi vida.
—No tientes a tu suerte —apreté el volante del coche.
—No me amenaces Lisanna. Ya te lo había dicho.
—Pues obedece y deja de ir detrás de Lucy. Estoy esperando un hijo tuyo.
—¿Sí? Pues a ver cuando me dejas verlo. Porque que yo recuerde no lo he visto, ni hemos ido a hacer el famoso ultrasonido. Así que te recomiendo que espabiles tú. Y ahora cierra la puta puerta de una vez, quiero largarme de aquí —dio un chillido y cerró con fuerza la puerta. Apreté el acelerador y salí de allí.
Respiré hondo antes de bajar del coche. Lucy no tenía por qué pagar mi enojo con la zorra de Lisanna. Subí hasta su piso, miré la puerta de su apartamento. ¿Y si le gasto una broma? Entraré por la ventana. Salí por la puerta de emergencia y fui por la escalera hasta saltar al balcón de su habitación. Me acerqué a la puerta de acceso y estaba un poco abierta. Sonreí. ¿La tenía abierta para mí? Entré con cuidado de no hacer ruido. Su habitación tenía ese aroma suyo que me hacía sentir tan bien. Estaba en casa. Fisgoneé a ver si estaba en el baño, pero no. Decidí bajar abajo. Una melodía muy zen se escuchaba, llegué a la cocina que conectaba con el resto de la casa y me quedé embobado viéndola. Estaba en medio de la sala haciendo una pose de yoga o eso parecía. Tenía un equilibrio impresionante.
—Eres increíble...
—¡Natsu! —abrió los ojos de golpe y perdió el equilibrio. Por suerte no se hizo daño. Fui hasta su lado.
—Lo siento, no quería asustarte —me miró.
—¿Por dónde has entrado? —preguntó con el ceño fruncido.
—Pues... —me rasqué la cabeza— Dijiste que la ventana siempre estaría abierta para mí.
—¿Y decías que no querías asustarme...? —arqueó una ceja. Sonreí enseñándole mi sonrisa traviesa. Rodó los ojos.
—¿Haces Yoga?
—Bueno, me sirve para relajarme un poco —contestó mientras recogía la esterilla que tenía tendida en el suelo.
—Conozco otros métodos para relajarte —me miró y me dio un pequeño golpe con la esterilla enrollada— ¡Auch!
—Pervertido.
—No me has dejado terminar —dije sobándome el brazo—. Conozco otros métodos, como son el chocolate, el helado... —y segundo golpe, mi risa traviesa me había delatado.
—Tonto... —pasó de largo por mi lado y la tomé de la cintura.
—Eh, oye. He venido hasta aquí, merezco un beso ¿no?
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¡HURACÁN LUCY!
RomantikQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...