¡Horror! ¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Me duelen mis piececitos! Erza y las chicas me habían arrastrado al centro comercial a las nueve de la mañana y ya eran las cinco de la tarde. Estaba agotada, era como la cuarta o quinta tienda de disfraces que visitamos. Tras recorrer el centro comercial de arriba abajo, nos fuimos a otro centro y así hasta dar con una bendita tienda que tuviera lo que ellas buscaban. Creo que hubiéramos tardado menos en hacer los disfraces nosotras mismas.
¡Ah! ¿Por qué buscábamos disfraces? A alguien se le había ocurrido la brillante idea de hacer una fiesta de Halloween en la universidad. Lo que aún no me cabía en la cabeza es como la dirección del centro había accedido a algo así. ¿Es que acaso no piensan que un montón de alumnos borrachos y más calientes que una chimenea con patas podían armarla? En fin, no iba a quejarme. No me gustaba el alcohol, pero sí podía formar parte de la segunda clasificación.
—Lucy ¿Qué te parece este? —Erza me enseñaba un vestido horroroso. La miré incrédula. Con el gusto que ella tenía, que hubiera cogido ese vestido precisamente, resultaba raro, pero si a ella le gustaba allá ella. Era su decisión.
—Erza, es horroroso —lo solté sin más. Vale, quizás mi lengua a veces no tenía filtro. Cada uno era libre de decidir lo que quisiera, pero no por ello yo iba a dejar de dar mi humilde opinión.
—¿Verdad?
—Bueno, si lo que te gusta es ir de... —miré la tela naranja que tenía entre las manos— calabaza putilla, este es perfecto —Erza rio.
—Justo pensaba eso. ¿Te imaginas ver a esa albina con esto? —¡agh! ya tenía que sacar a la zorra de Lisanna. Menuda putilla era. Sí, sí, muy bien cada una es libre de hacer lo que quiera y darse todas las alegrías al cuerpo que quiera. Pero ¡Joder! No vayas de hipócrita por la vida diciendo que solo tienes ojos para uno, cuando te tiras a todo lo que se te menea por delante. Por desgracia había escuchado sus escarceos con algún que otro pobre idiota que había caído en sus redes. No iba a negarlo, esa zorrilla era guapa y muchos babeaban por ella. Pero maldita mi mala suerte que siempre tenía que tocarme a mí escucharla, ¿por qué se metía en los baños a hacerlo? Mi karma me odia, pero a ella no. Porque joder, era un sitio en que Erza te podía pillar perfectamente y a ella nunca la habían pillado. A mí sí. Mi karma malo me acechaba, así que tenía que hacer algo bueno para compensarlo.
—¿Qué te parece este? —saqué un vestido que me había llamado la atención mientras Erza seguía rebuscando. Lo miró y vi el brillo en sus ojos. Era perfecto para ella. Un vestido rojo vino ajustado y aterciopelado, con un escote de infarto y una raja en un lado hasta medio muslo. Digno de una vampiresa sexy.
—Vampiresa —sonrió ampliamente—. Voy a probármelo —la acompañé a los probadores. Juvia y Levy hacia rato que se habían perdido entre los pasillos de disfraces. Ellas tenían su objetivo claro, pero no encontraban el vestido perfecto— ¿Cómo estoy?
—Jellal va a querer arrancártelo en cuanto te vea. Estas jodidamente sexy.
—Calla que me sonrojas —era muy fácil hacer sonrojar a Erza. Tenía un lado muy inocente, pero sabía que en el fondo había una pervertida reprimida. Sus libros secretos de novela erótica me lo confirmaban. Tenía una buena colección la niña.
—Te lo quedas —confirmé.
—¿No es demasiado...? —señaló sus pechos que sobresalían un poco por el escote.
—Es perfecto y lo tendrá más fácil para mordértelos.
—¡Lucy! —se sonrojó hasta niveles extremos. Casi alcanzó el color de su cabello. Me reí de ella. Era mi pequeña venganza por tenerme todo el día caminando. Me gustaban las compras, pero no a estos extremos— ¡Pervertida! —me sacó del probador y cerró la cortina. Seguí riendo un poco más.
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¡HURACÁN LUCY!
RomanceQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...