CAPÍTULO 127 ¡ARIGATO GOIZAIMASU!

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—Dragneel, necesito hablar contigo —hice oídos sordos. Era la quinta o sexta vez que Lisanna se acercaba a mí esta semana para hablar y yo solo me limitaba a ignorarla— Natsu —me llamó cuando pasé de ella— ¡Natsu! —gritó para que le prestase atención. De todos los momentos del día me tenía que pillar justo cuando fui a buscar mi carpeta de dibujo al área de diseño. Sería más simple ignorarla estando con alguien, pero desgraciadamente me encontraba solo. No me detuve ante su grito— ¡Natsu, estoy embarazada! —¿y a mí qué?

—¡Enhorabuena! —dije indiferente sin girarme a mirarla.

—¡Para! ¡¿No lo comprendes?! ¡Es tuyo! —gritó. Paré, me giré a mirarla incrédulo.

—¿Qué tontería estás diciendo? —espeté despectivamente.

—Es tuyo... —susurró.

—¿Mío? —dije irónico— Debes estar muy mal para creer que voy a creerte esa gran mentira. Sueña bonita, que de ilusión se vive —volví a girarme para irme.

—¡La noche de la fiesta! —alzó la voz para llamar mi atención, me detuve un segundo. No caigas Drangeel— No usamos protección. Estoy embarazada de cuatro semanas —coincidía con la fecha de la fiesta, pero no iba a caer.

—Claro, y yo soy el primer idiota que has pensado para hacerme cargo ¿no? Lisanna te tiras a muchos tíos. Ni creas que voy a creer que ese supuesto hijo que esperas es mío. Ale, que tengas un buen día.

—¡Es tuyo! ¡Haré que te hagas cargo! ¡Dragneel, eres mío! —gritó. Loca.

Llegué a la cafetería, sonreí al ver a mis amigos, y al amor de mi vida. Que cursi me había vuelto. Los siete se estaban riendo, imagino que había pasado algo porque no dejaban de mirar a Lucy y reír.

—Hey, ¿qué pasa? —pregunté. Me senté junto a mi Princesita.

—Natsu, dile que pare. Nos va a salir la comida por las orejas —dijo Levy. Miré a Lucy y tenía puesto uno de sus cascos en la oreja.

—Shh... —susurró a todos para que dejaran de reír. Cuando volvió a hablar, no entendí ni media de lo que decía. A Levy se le escapó una risita, todos aguantaban la risa— ¡Arigato goizaimasu! —Lucy rio y colgó el teléfono. Todos soltaron una carcajada.

—¡Ay por Dios Lucy, mi barriga! ¡Me duele de tanto reír! —dijo Levy riéndose.

—Eres tremenda —siguió Jellal.

—¿Cómo se te ocurre seguir la llamada? —preguntó Erza con evidente diversión.

—Hay que ser cortés en esta vida —contestó Lucy encogiendo los hombros y riendo.

—¿Alguien me explica? —pregunté.

—Lucy ha recibido una llamada equivocada —dijo Levy.

—Y se ha puesto a hablar en chino, o japonés, no sé qué ha hecho, una mezcla rara —dijo Juvia.

—No te creo —dije con evidente diversión. Todos asintieron—. ¿Estás loca?

—¡Sí! —contestaron todos los de la mesa y reímos. Mi Princesita era única para hacernos reír a todos.

—Coneja, como zampas —dijo Gajeel—. Mira, mira, ya te puedo pellizcar la carne —pellizco a un lado de su barriga. Gajeel estaba sentado junto a ella. Lo miré como si fuera idiota, corrección, era idiota. Quería bromear con ella por el peso, sí, Lucy había engordado un par de kilos en las últimas semanas, pero estaba estupenda, es lo que necesitaba y el idiota ha querido pillarle carne que apenas ha cogido nada.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora