—¿No has venido en coche? —preguntó la Princesita con el ceño fruncido al ver mi moto.
—No. Ella nos llevará hasta la empresa —dije divertido por su cara.
—Ninguna chica ha subido en tu moto —me miró entrecerrando sus ojos.
—Tendrás el privilegio de ser la primera.
—No llevas cascos.
—Iré despacio.
—No quiero subir.
—No te pasará nada.
—¿Lo prometes? —pregunto.
—Lo prometo —contesté.
—Está bien —dijo resignada.
—Bien, átate el pelo —dije, me miró confundida— para que no vuele sobre mi cara y tengamos un accidente —dije. Abrió los ojos asustada— Tranquila no pasará nada si te lo recoges.
—Vale —Rebusco por su bolso y sacó un lápiz. Ahora era yo la que la miraba confundido. Guardó su boina en el bolso y entrelazó el lápiz en su pelo recogiéndolo en un moño— ¿Qué? No tengo una goma elástica, esas cosas se pierden con mucha facilidad. El lápiz hace la misma función —dijo ante mi cara. Reí por su explicación.
—Bien, arriba Princesita —le dije haciéndole un gesto para que se sentará delante de mí.
—¿Por qué ahí? ¿No es mejor ir detrás? —preguntó.
—Podrías caerte —contesté.
—Puedo agarrarte fuerte —dijo. No suena mal, pero prefiero tenerla en mi campo de visión.
—Podrías despistarte, aflojar el agarre y caerte. Es mejor tenerte delante, así podré pararte con mi cuerpo en caso de accidente —dije.
—Vale, pero no digas más accidente que me asustas más —dijo.
—Perdona. Sube —le dije. Cogí su mano para ayudarla a subir.
—Suerte que hoy llevo pantalones —dijo con una sonrisita. Sí, suerte...
—¿Por qué te asustan tanto las motos? —pregunté colocándome detrás de ella.
—A Gajeel le encantan las motos —dijo. Asentí, pero no comprendía—. Me he tragado horas y horas de MotoGP y las caídas parecían muy dolorosas, algunos hasta han muerto —dijo horrorizada.
—Hay que decir que ahí van muy rápido —dije quitándole hierro al asunto.
—Da igual, las mires por donde las mires son peligrosas —dijo.
—¿Quieres probar de conducir? —bromeé.
—¡¿Estás loco?! ¡Ni de coña! —chilló. ¿Ahora también suelta tacos?
—Es broma, es broma —dije divertido.
—Venga vamos —dijo.
Me acerqué un poco más a ella, no se quejó, pasé mis manos hacía el manillar de la moto, quedando la Princesita entre mis brazos. Aunque llevaba el abrigo puesto su bonito cuello estaba a la vista. La fragancia de su perfume inundó mis fosas nasales de nuevo. Me encanta ese perfume.
—¡Oye! ¿Qué perfume usas? —pregunté mientras arrancaba la moto y nos incorporábamos tranquilamente al bullicioso tráfico.
—No uso perfume —contestó.
—¿Pero hoy sí no? —pregunté.
—No —contestó—. Me suelen dar alergia por lo que solo los uso en contadas ocasiones —dijo. ¡¿Qué?! ¡No puede ser! ¡¿Ese es su olor natural?¡
ESTÁS LEYENDO
¡HURACÁN LUCY!
عاطفيةQuien le diría al joven Natsu Dragneel, que su tranquila vida de mujeriego iba a dar un giro de 360º. ¿Y por qué razón? Ella. Según él, una pija malcriada de lengua viperina y mirada venenosa. Había llegado el ¡Huracán Lucy! Fecha de inicio: 08/01/2...