CAPÍTULO 152 ¡ESO EN CASA, FEO DRAGÓN!

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—Seguro que han escuchado tu grito hasta en la casa —me burlé y reí.

—No te rías.

—Es que no te has escuchado —se ruborizó. Estábamos caminando de vuelta a la casa. Habíamos pasado varias horas en esa casita del árbol. Incluso no habíamos vuelto para la hora de comer. Debían estar preocupados. ¿Tú crees Dragneel? No, probablemente se imaginen lo que estamos haciendo.

—Tonto... —me dio un pequeño golpe en el hombro.

—¿Sabes? Eso se considera agresión.

—¿Ah sí? ¿Y esto? —bajó su blusa para que viera el bonito mordisco que le había dejado en el pecho.

—Eso se llama marcar territorio —dije muy pagado de mí mismo—. Además, si vamos a enseñar marcas de guerra, estas están muy marcadas —alcé mi camiseta, mostrándole el pecho. Tenía unos bonitos arañazos de la gatita.

—Eso se llama marcar territorio —dijo con mi mismo tonito. No pudimos evitarlo y reímos. Íbamos cogidos de la mano, la paré un momento para besarla, había perdido ya la cuenta de los besos que le había dado de vuelta por el camino. A cada rato la paraba—. Mmm, ahora que lo pienso. Tú no me has pedido que vuelva contigo —abrí los ojos sorprendido por lo que acababa de decir.

—¿En serio tengo que pedirlo? ¿No es evidente? Nos hemos reconciliado.

—Pídemelo.

—¿En serio...? —asintió como la niña pequeña que era. Respiré profundamente— ¡Oh, amada mía, por favor, este Romeo te pide que vuelvas con él! —sí, hice el ridículo, pero sirvió para volverla a hacer reír— Y bien bella dama ¿Qué responde?

—¿No es evidente? Nos hemos reconciliado —se echó a reír en cuanto se puso a correr.

—¡Eres una bruja! ¡Eso no vale! ¡Tienes que contestar con un sí! —corrí tras ella, de pronto se paró en seco. Llegué hasta ella— ¡Hey, ¿estás bien?! —se había tambaleado un poco. Se sujetó de mis brazos.

—No... me he mareado un poco...

—Claro, tanta carrera no ha sido buena idea... Venga, te llevaré de regreso —me agaché frente a ella—. Sube.

—¿Qué? No importa Natsu, puedo caminar.

—Sube, tranquila —suspiró y se acomodó para llevarla a caballito—. Mmm, es cierto que has engordado un poquito, pesas más.

—¿Tanto se nota? —reí.

—Un poco, pero tranquila eso es genial.

—Hum...

—Oye, que estás perfecta. Además, las tetas te han crecido y eso me guuusta mucho.

—¡Idiota! —reí. Me dio un mordisco en el cuello.

—¡Auch! Bruta.

—Te aguantas.

—Salvaje.

—Pervertido.

—No soy un pervertido, ¿qué tiene de malo que me gusten las tetas de mi novia?

—No soy tu novia. Aún no te he dicho que sí.

—Oh, venga ¿me vas a hacer sufrir?

—Mmm..., sí. Además, rompiste una Pinky promise, tienes que pagar las consecuencias.

—No he roto ninguna Pinky promise.

—Sí lo has hecho. Dijiste que el estar alejados sería temporal y has cortado conmigo, no has esperado. Has roto tu Pinky promise —torcí el gesto.

¡HURACÁN LUCY!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora