El arresto de Hagrid

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Finalmente, los días se sucedieron sin ningún nuevo ataque, así que todos albergaban la esperanza de que el heredero de Slytherin, quienquiera que fuese, por cualquier causa, había desistido. Ya habían pasado casi cuatro meses desde que petrificaron a Jasmine y a Lady Nichole, y hasta Peace se había cansado por fin de su canción; Erin Black, un día, en la clase de Herbología, le pidió cortésmente a Harriet que le pasara un cubo de hongos saltarines, y en Marzo, algunas mandrágoras montaron una escandalosa fiesta en el Invernadero 3. Esto puso muy contento al profesor Sprout.

—En cuanto empiecen a querer cambiarse unas a las macetas de otras, sabremos que han alcanzado la madurez —dijo a Harriet—. Entonces podremos revivir a esos pobrecillos de la enfermería.

Durante las vacaciones de Semana Santa, los de segundo tuvieron algo nuevo en que pensar. Había llegado el momento de elegir optativas para el curso siguiente, decisión que al menos Helmer se tomó muy en serio.

—Podría afectar a todo nuestro futuro —dijo a Harriet y Rose, mientras repasaban minuciosamente la lista de las nuevas materias, señalándolas.

—Lo único que quiero es no tener Pociones —dijo Harriet.

—Imposible —dijo Rose con tristeza—. Seguiremos con todas las materias que tenemos ahora. Si no, yo me libraría de Defensa Contra las Artes Oscuras.

—¡Pero si ésa es muy importante! —dijo Helmer, sorprendido.

—No tal como la imparte Lockhart —repuso Rose—. Lo único que me ha enseñado es que no hay que dejar sueltos a los duendecillos.

Nell Longbottom había recibido carta de todos los magos y brujas de su familia, y cada uno le aconsejaba materias distintas. Confundida y preocupada, se sentó a leer la lista de las materias y les preguntaba a todos si pensaban que Aritmancia era más difícil que Adivinación. Dana Thomas, que, como Harriet, se había criado con muggles, terminó cerrando los ojos y apuntando a la lista con la varita mágica, y escogió las materias que había tocado al azar. Helmer no siguió el consejo de nadie y las escogió todas. Harriet sonrió tristemente al imaginar lo que habrían dicho tío Peter y tía Bernardina si les consultara sobre su futuro de bruja. Pero alguien la ayudó: Penny Prewett se desvivía por hacerle partícipe de su experiencia.

—Depende de adónde quieras llegar, Harriet —le dijo—. Nunca es demasiado pronto para pensar en el futuro, así que yo te recomendaría Adivinación. La gente dice que los Estudios Muggles son la salida más fácil, pero personalmente creo que los magos deberíamos tener completos conocimientos de la comunidad no mágica, especialmente si queremos trabajar en estrecho contacto con ellos. Mira a mi padre, tiene que tratar todo el tiempo con muggles. A mi hermana Callie siempre le gustó el trabajo al aire libre, así que escogió Cuidado de Criaturas Mágicas. Escoge aquello para lo que valgas, Harriet.

Pero lo único que a Harriet le parecía que se le daba realmente bien era el quidditch. Terminó eligiendo las mismas optativas que Rose, pensando que, si era muy mala en ellas, al menos contaría con alguien que podría ayudarle.

A Gryffindor le tocaba jugar el siguiente partido de quidditch contra Hufflepuff. Wood los machacaba con entrenamientos en equipo cada noche después de cenar, de forma que Harriet no tenía tiempo para nada más que para el quidditch y para hacer los deberes. Sin embargo, los entrenamientos iban mejor, y la noche anterior al partido del Sábado se fue a la cama pensando que Gryffindor nunca había tenido más posibilidades de ganar la copa.

Despertaron al día siguiente con un sol intenso y una brisa ligera y refrescante.

—¡Perfectas condiciones para jugar al quidditch! —dijo Wood, emocionada, a los de la mesa de Gryffindor, llevando los platos con los huevos revueltos—. ¡Harriet, levanta el ánimo, necesitas un buen desayuno!

Harriet EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora