La clase de Historia de la Magia nunca había resultado tan lenta. Como Harriet ya no llevaba su reloj, a cada rato miraba el de Rose, el cual avanzaba tan despacio que parecía que se hubiera parado también.
Aquella misma mañana, Serena envió otra lechuza de respuesta a la que le había enviado anoche, contándole lo de la tercera prueba. Era una gran ventaja que estuviera tan cerca, ya que el correo se había vuelto mucho más veloz. Herman bajó revoloteando hasta Harriet al mismo tiempo que un cárabo se posaba delante de Helmer con un ejemplar de El Profeta en el pico.
Durante los días siguientes, pasó todo el tiempo libre o bien en la biblioteca, con Rose y Helmer, leyendo sobre maleficios, o bien en la Sala de los Menesteres en la que entraban a hurtadillas para practicar. Harriet se dedicó en especial al encantamiento aturdidor, que nunca había utilizado. El problema era que las prácticas exigían ciertos sacrificios por parte de Rose y Helmer.
—¿No podríamos secuestrar a un gato? —sugirió Rose durante la hora de la comida del lunes cuando, tumbada boca arriba en el medio de la sala, empezaba a despertarse después de que Harriet le había aplicado el encantamiento aturdidor por quinta vez consecutiva—. O podrías utilizar a Arwen, Harriet. Estoy segura de que para ayudarte haría lo que fuera. No es que me queje... —se puso en pie con cuidado, frotándose el trasero—. Pero me duele todo...
—Bueno, es que sigues sin caer encima de los cojines —dijo Helmer, perdiendo la paciencia mientras volvía a acomodar el montón de almohadones que habían usado para practicar el encantamiento repulsor—. ¡Intenta caer hacia atrás!
—¡Cuando uno se desmaya no resulta fácil acertar dónde se cae! —replicó Rose con enfado—. ¿Por qué no te pones tú ahora?
—Bueno, creo que Harriet ya le ha cogido el truco —se apresuró a decir Helmer—. Y no tenemos que preocuparnos de los encantamientos de desarme porque hace mucho que es capaz de usarlos... Creo que deberíamos comenzar esta misma tarde con los maleficios.
Observó la lista que habían confeccionado en la biblioteca.
—Me gusta la pinta de éste, el embrujo obstaculizador. Se supone que debería frenar a cualquiera que intente atacarte. Vamos a comenzar con él.
Sonó la campana. Recogieron sus cosas a toda prisa y salieron de la sala.
—¡Nos vemos en la cena! —dijo Helmer, y emprendió el camino hacia el aula de Aritmancia mientras Harriet y Rose se dirigían a la de Adivinación, en la torre norte.
Por las ventanas entraban amplias franjas de deslumbrante luz solar que atravesaban el corredor. Fuera, el cielo era de un azul tan brillante que parecía esmaltado.
—En el aula de Trelawney hará un calor infernal: nunca apaga el fuego —comentó Rose, empezando a subir la escalera que llevaba a la trampilla.
No se equivocaba. En la sala, tenuemente iluminada, el calor era sofocante. Los vapores perfumados que emanaban del fuego de la chimenea eran más densos que nunca. A Harriet la cabeza le daba vueltas mientras iba hacia una de las ventanas cubiertas de cortinas. Cuando el profesor Trelawney miraba a otro lado para retirar el chal de una lámpara, abrió un resquicio en la ventana y se acomodó en su sillón tapizado con tela de colores de manera que una suave brisa le daba en la cara. Resultaba muy agradable.
—Chicos —dijo el profesor Trelawney, sentándose en su butaca de orejas delante de la clase y mirándolos a todos con sus ojos aumentados por las gafas—, casi hemos terminado nuestro estudio de la adivinación por los astros. Hoy, sin embargo, tenemos una excelente oportunidad para examinar los efectos de Marte, ya que en estos momentos se halla en una posición muy interesante. Tened la bondad de mirar hacia aquí: voy a bajar un poco la luz...
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...