Cuando Harriet bajó a desayunar a la mañana siguiente, se encontró a los Evans sentados a la mesa de la cocina.
Harriet se sentó a la mesa de la cocina entre Dulcie y el tío Peter. Lejos de desearle a Harriet un feliz cumpleaños, ninguno de los Evans parecía haberse percatado de que había entrado a la cocina, pero ella estaba demasiado acostumbrada para ofenderse. Se sirvió una tostada y comió.
Tío Peter apuró su taza de té, miró el reloj y añadió:
-Tengo que marcharme. El tren de Marshall llega a las 10.
Harriet, cuya cabeza aún seguía en su habitación con el equipo de mantenimiento de escobas voladoras, volvió a la realidad de golpe.
-¿Tío Marshall? -barbotó.- No... No vendrá aquí, ¿verdad?
Tío Marshall era el hermano de tía Bernardina. Aunque no era pariente consanguíneo de Harriet (cuyo padre era el hermano de tío Peter), desde siempre la habían obligado a llamarlo tío. Tío Marshall vivía en el campo, en una granja donde criaba bulldogs. No iba con frecuencia a Private Drive porque no soportaba estar lejos de sus queridos perros, pero sus visitas habían quedado grabadas vívidamente en la memoria de Harriet.
En la fiesta que celebró Dulcie al cumplir 5 años, tío Marshall golpeó a Harriet en las espinillas con un bastón para evitar que le ganara a Dulcie en el juego de las estatuas musicales. Unos años después, por Navidad, apareció con un robot automático para Dulcie y una caja de galletas para perro para Harriet. En su última visita, el año anterior a su ingreso a Hogwarts, Harriet pisó sin querer a su perra favorita. River persiguió a Harriet, obligándole a salir al jardín a buscar un árbol, y tío Marshall no había querido llamarla hasta pasada la medianoche. El recuerdo de aquel incidente aún hacía llorar a Dulcie de la risa.
-Marshall pasará aquí una semana -gruñó tío Peter-. Y ya que hablamos de esto -señaló a Harriet con un dedo amenazador-, quiero dejar claras algunas cosas antes de recogerlo.
Dulcie sonrío. Su entretenimiento favorito era observar a Harriet cuando la reprendían.
-Primero, usarás un lenguaje educado cuando te dirijas a tío Marshall.
-De acuerdo, si él también lo usa conmigo. -contestó Harriet con resentimiento.
-Segundo -puntualizó tío Peter, como si no hubiera escuchado el comentario de Harriet-, como Marshall no sabe nada de tu anormalidad no quiero ninguna exhibición extraña mientras esté aquí. Compórtate, ¿entendido?
-Me comportaré si él se comporta. -repuso Harriet, apretando los dientes.
-Y tercero -siguió el tío Peter casi cerrando los ojos, apretando los puños y con el rostro colorado-, le hemos dicho que acudes al Centro de Seguridad Santa Olga para Delincuentes Juveniles Incurables.
-¿Qué? -gritó Harriet.
-Y eso es lo que dirás tú también si no quieres tener problemas.
Harriet permaneció sentada en su sitio, con la cara blanca de ira, mirando a tío Peter, casi incapaz de creer lo que oía. Que tío Marshall se presentase para pasar toda una semana era el peor regalo de cumpleaños que los Evans le habían dado, incluyendo el par de calcetas viejas de tía Bernardina.
-Bueno, Bernardina -dijo tío Peter, levantándose de su silla-, me marcho a la estación. Dulcie, ¿quieres venir?
-No -contestó Dulcie.
-Dulcie tiene que ponerse elegante para recibir a su tío -dijo tía Bernardina peinando el rubio cabello de Dulcie- Mamá le ha comprado un precioso vestido nuevo.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...