A la mañana siguiente, Terry despertó a Harriet, sonriendo como de costumbre con su boca desdentada y llevándole una taza de té.
Harriet se vistió, y trataba de convencer a Herman de que volviera a la jaula cuando Rose abrió de golpe la puerta y entró enfadada, poniéndose la blusa.
-Cuanto antes subamos al tren, mejor -dijo-. Por lo menos en Hogwarts puedo alejarme de Penny. Ahora me acusa de haber manchado de té su foto de Phillip Clearwater. -Rose hizo una mueca-. Ya sabes, su novio. Ha ocultado la cara bajo el marco porque su nariz ha quedado manchada...
-Tengo algo que contarte -comenzó Harriet, pero la interrumpieron Freya y Grace, que se asomaron a la habitación para felicitar a Rose por haber vuelto a enfadar a Penny.
Bajaron a desayunar y encontraron al señor Prewett, que leía la primera página de El Profeta, y a la señora Prewett, que hablaba con Gavriel y Helmer.
-¿Qué me ibas a contar? -preguntó Rose a Harriet cuando se sentaron.
-Más tarde -murmuró Harriet, al mismo tiempo que Penny irrumpía en el comedor.
Con el ajetreo de la partida, Harriet tampoco tuvo tiempo de hablar con Rose. Todos estaban muy ocupados bajando los baúles por la estrecha escalera del Caldero Chorreante y apilándolos en la puerta, con Herman y Hermelinda, la lechuza de Penny, encaramadas en sus jaulas. Al lado de los baúles había un pequeño cesto de mimbre que bufaba ruidosamente.
-Vale, Cookie -susurró Helmer a través del mimbre-, te dejaré salir en el tren.
-No lo harás -dijo Rose terminantemente-. ¿Y la pobre Sahara?
Se señaló el bolsillo del pecho, donde un bulto revelaba que Sahara estaba allí acurrucada. El señor Prewett, que había aguardado fuera, se asomó al interior.
-Estamos listos -anunció-. Vamos, Harriet.
El señor Prewett condujo a Harriet a través del corto trecho de acera hasta el coche antiguo de color verde aqua.
-Sube, Harriet -dijo el señor Prewett, mirando a ambos lados de la calle llena de gente.
Harriet subió a la parte trasera del coche, y enseguida se subieron Helmer y Rose, y para disgusto de Rose, también Penny, además de Freya y Grace. En la parte delantera, tras el volante, el señor Prewett y en el asiento del copiloto iban la señora Prewett y Gavriel. El viaje hasta King's Cross fue muy tranquilo, comparado con el que Harriet había hecho en el autobús noctámbulo. Llegaron a King's Cross con veinte minutos de adelanto; consiguieron carritos, descargaron los baúles y se adentraron a la estación. El señor Prewett se mantuvo muy pegado a Harriet durante todo el camino de la estación.
-Bien, pues -propuso mirándolos a todos-. Como somos muchos, vamos a entrar de dos en dos. Yo pasaré primero con Harriet.
El señor Prewett fue hacia la barrera que había entre los andenes nueve y diez, empujando el carrito de Harriet y, según parecía, muy interesado por el Intercity 125 que acababa de entrar por la vía 9. Dirigiéndole a Harriet una elocuente mirada, se apoyó contra la barrera como sin querer. Harriet lo imitó. Un instante después, cayeron de lado a través del metal sólido y se encontraron en el andén nueve y tres cuartos. Levantaron la mirada y vieron el expreso de Hogwarts, un tren de vapor de color rojo que echaba humo sobre un andén repleto de magos y brujas que acompañaban al tren a sus hijos. De repente, detrás de Harriet aparecieron Penny y Gavriel. Jadeaban y parecía que habían atravesado la barrera corriendo.
-¡Ah, ahí está Phillip! -dijo Penny, alisándose el pelo y sonrojándose.
Gavriel miró a Harriet, y ambos se volvieron para ocultar la risa en el momento en que Penny se acercó sacando pecho (para que él no pudiera dejar de notar la insignia reluciente) a un chico de pelo largo y rizado. Después de que Helmer y el resto de los Prewett se reunieran con ellos, Harriet y el señor Prewett se abrieron paso hasta el final del tren, pasaron ante compartimentos repletos de gente y llegaron finalmente a un vagón que estaba casi vacío. Subieron los baúles, pusieron a Herman y a Cookie en la rejilla portaequipajes, y volvieron a salir para despedirse. La señora Prewett besó a todos sus hijos, luego a Helmer y por último a Harriet. Ésta se sintió avergonzada, pero muy agradecida, cuando ella le dio un abrazo de más.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...