Cuando, en la habitación de Rose, la señora Prewett la zarandeó para despertarla, a Harriet le pareció que acababa de acostarse.
-Es la hora de irse, Harriet, cielo -le susurró, dejándola para ir a despertar a Rose.
Harriet buscó las gafas con la mano, se las puso y se sentó en la cama. Fuera todavía estaba oscuro. Rose decía algo incomprensible mientras su madre la levantaba. A los pies del colchón vio dos formas grandes y despeinadas que surgían de sendos líos de mantas.
-¿Ya es la hora? -preguntó Freya, más dormida que despierta.
Se vistieron en silencio, demasiado adormecidas para hablar, y luego, bostezando y desperezándose, las cuatro bajaron la escalera camino de la cocina. La señora Prewett removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y el señor Prewett, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino. Levantó la vista cuando las chicas entraron y extendió los brazos para que pudieran verle mejor la ropa. Llevaba lo que parecía un jersey de golf y unos vaqueros muy viejos que le venían algo grandes y que sujetaba a la cintura con un grueso cinturón de cuero.
-¿Qué os parece? -pregunto-. Se supone que vamos de incógnito... ¿Parezco un muggle, Harriet?
-Sí -respondió Harriet, sonriendo-. Está muy bien.
-¿Dónde están Blair y Callie y Pe... Pe... Penny? -preguntó Grace, sin lograr reprimir un descomunal bostezo.
-Bueno, van a aparecerse, ¿no? -dijo la señora Prewett, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena en los cuencos con un cazo-, así que pueden dormir un poco más.
Harriet sabía que aparecerse era algo muy difícil; había que desaparecer de un lugar y reaparecer en otro casi al mismo tiempo.
-O sea, que siguen en la cama... -dijo Freya, de malhumor, acercándose su cuenco de gachas-. ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotras también?
-Porque no tenéis la edad y no habéis pasado el examen -contestó bruscamente la señora Prewett-. ¿Y dónde se han metido esos chicos?
Salió de la cocina y la oyeron subir la escalera.
-¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse? -preguntó Harriet.
-Desde luego -respondió el señor Prewett, poniendo a buen recaudo las entradas en el bolsillo trasero del pantalón-. El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagradables. Esos dos que os digo se escindieron.
Todos hicieron gestos de desagrado, menos Harriet.
-¿Se escindieron? -repitió Harriet, desorientada.
-La mitad del cuerpo quedó atrás -explicó el señor Prewett, echándose con la cuchara un montón de melaza en su cuenco de gachas-. Y, por supuesto, estaban inmovilizados. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que esperar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, os lo puedo asegurar, con tantos muggles que vieron los trozos que habían dejado atrás...
Harriet se imaginó en ese instante un par de piernas y un ojo tirados en la acera de Privet Drive.
-¿Quedaron bien? -preguntó Harriet, asustada.
-Sí -respondió el señor Prewett con tranquilidad-. Pero les cayó una buena multa, y me parece que no van a repetir la experiencia por mucha prisa que tengan. Con la aparición no se juega. Hay muchos magos adultos que no quieren utilizarla. Prefieren la escoba: es más lenta, pero más segura.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...