Hubo un momento de silencio cuando Harriet, Ross, Gavriel y Prince aparecieron en la puerta, llenos de barro, suciedad y, en el caso de Harriet, sangre. Luego alguien gritó:
—¡Gavriel!
Era la señora Prewett, que estaba llorando delante de la chimenea. Se puso en pie de un salto, seguida por su marido, y se abalanzaron sobre su hijo. Harriet, sin embargo, miraba detrás de ellos. La profesora Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo. Blake pasó zumbando cerca de Harriet para posarse en el hombro de Dumbledore. Sin apenas darse cuenta, Harriet quedó atrapada en el abrazo de la señora Prewett
—¡Lo habéis salvado! ¡Lo habéis salvado! ¿Cómo lo hicisteis?
—Creo que a todos nos encantaría enterarnos —dijo la profesora Dumbledore.
La señora Prewett soltó a Harriet, quien dudó un instante, luego se acercó a la mesa y depositó encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubíes incrustados y lo que quedaba del diario de Gaunt. Harriet empezó a contarlo todo. Habló durante casi un cuarto de hora, mientras los demás la escuchaban absortos y en silencio. Contó lo de la voz que no salía de ningún sitio; que Helmer había comprendido que lo que oía era un basilisco que se movía por las tuberías, y que habían adivinado que la entrada a la Cámara de los Secretos podía encontrarse en los aseos. Después de una pausa, Harriet, con la voz ronca de tanto hablar, les relató la oportuna llegada de Blake y del Sombrero Seleccionador, que le proporcionó la espada. Pero luego titubeó. Había evitado hablar sobre la relación entre el diario de Gaunt y Gavriel. Él apoyaba la cabeza en el hombro de su madre, y seguía derramando silenciosas lágrimas por las mejillas. Instintivamente, Harriet miró a Dumbledore, y ésta esbozó una leve sonrisa. La hoguera de la chimenea hacía brillar sus lentes de media luna.
—Lo que más me intriga —dijo Dumbledore, amablemente—, es cómo se las arregló Lady Angustia para embrujar a Gavriel, cuando mis fuentes me indican que actualmente se halla oculta en los bosques de Albania.
Harriet se sintió maravillosamente aliviada.
—¿Qué... qué? —preguntó el señor Prewett con voz atónita—. ¿Gavriel embrujado? Pero Gavriel no ha... Gavriel no ha sido... ¿verdad?
—Fue el diario —dijo inmediatamente Harriet, cogiéndolo y enseñándoselo a Dumbledore—. Gaunt lo escribió cuando tenía dieciséis años.
Dumbledore cogió el diario que sostenía Harriet y examinó minuciosamente sus páginas quemadas y mojadas.
—Soberbio —dijo Dumbledore, con suavidad—. Por supuesto, ella ha sido probablemente la alumna más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts. —Se volvió hacia los Prewett, que la miraban perplejos—. Muy pocos saben que Lady Angustia se llamó antes Tory Gaunt. Yo misma le di clase, hace cincuenta años, en Hogwarts. Desapareció tras abandonar el colegio... Recorrió el mundo..., profundizó en las Artes Oscuras, tuvo trato con los peores de entre los nuestros, acometió peligros, transformaciones mágicas, hasta tal punto que cuando resurgió como Lady Angustia resultaba irreconocible. Prácticamente nadie relacionó a Lady Angustia con la muchacha inteligente y encantadora que recibió aquí el Premio Anual.
—Pero Gavriel —dijo la señora Prewett—. ¿Qué tiene que ver nuestro Gavriel con ella?
—¡Su... su diario! —dijo Gavriel, entre sollozos—. He estado escribiendo en él, y me ha estado contestando durante todo el curso...
—¡Gavriel! —exclamó su padre, atónito—. ¿No te he enseñado una cosa? ¿Qué te he dicho siempre? No confíes en cosas que tengan la capacidad de pensar, pero de las cuales no sepas dónde tienen el cerebro. ¿Por qué no me enseñaste el diario a mí o a tu madre? Un objeto tan sospechoso como ése, ¡tenía que ser cosa de magia negra!
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...