El último mes de Harriet con sus tíos no fue divertido. Es cierto que Dulcie le tenía miedo y no se quedaba con ella en la misma habitación, y que sus tíos ya no la encerraban en la alacena ni la obligaban a hacer nada ni le gritaban. En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harriet ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.
Harriet se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla "Herman", un nombre que encontró en "Una historia de la magia". Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Herman entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Bernardina ya no entrara en la habitación, porque Herman llevaba ratones muertos. Cada noche, antes de dormir, Harriet marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el primero de septiembre.
El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente. Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dulcie gritó y salió corriendo.
—Hum... ¿Tío Peter?
Tío Peter resopló con la nariz, para demostrar que lo escuchaba.
—Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts.
Tío Peter frunció el ceño.
—¿Podría ser que me lleves hasta allí?
Un gruñido. Harriet interpretó que quería decir sí.
—Muchas gracias.
Estaba a punto de volver a subir la escalera, cuando tío Peter finalmente habló.
—Nunca entendí eso, por qué ir a una escuela de magos en tren. ¿Por qué no solo vuelan hasta allá?
Harriet intuyó que se refería a cuando sus padres llevaban a su hermano a Hogwarts y se atrevió a preguntar:
—¿Sabe dónde queda ese colegio?
—No lo sé —dijo el tío Peter; hablando de eso por primera vez—. Tu padre nunca nos dijo, al parecer estaba prohibido, eso o se avergonzaba de nosotros y no quería que fuéramos. Solo sé que tienes que coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la mañana.
Su sobrina y su esposa lo miraron asombradas.
—No digas estupideces —dijo tía Bernardina—. No hay ningún andén nueve y tres cuartos.
—Eso dice mi billete.- dijo Harriet.
—Equivocados —dijo tía Bernardina—. Totalmente locos, todos ellos. Ya lo verás.
—El andén existe... no lo he visto pero veía a mi hermano entrar cada año. Te llevaré a King Cross, con tal de deshacerme de ti todo un año. Si no, no me molestaría. Solo promete que no vendrás en las vacaciones navideñas. No te quiero ver aquí antes del verano.
—Prometido.
A la mañana siguiente, Harriet se despertó a las cinco, tan emocionada e ilusionada que no pudo volver a dormir. Se levantó y se puso los jeans: no quería andar por la estación con su túnica de bruja, ya se cambiaría en el tren. Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar segura de que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Herman en su jaula y luego se paseó por la habitación, esperando que los demás se levantaran. Dos horas más tarde, el pesado baúl de Harriet estaba cargado en el coche de tío Peter y tía Bernardina había obligado a Dulcie a sentarse con Harriet, para poder marcharse.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...