La Primicia de Ryan Skeeter

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Todos se levantaron tarde el 26 de diciembre. La sala común de Gryffindor se encontraba más silenciosa de lo que había estado últimamente, y muchos bostezos salpicaban las desganadas conversaciones. El pelo de Helmer volvía a estar tan enmarañado como siempre, y él confesó que había empleado una poción alisadora; «pero es demasiado lío para hacerlo todos los días», añadió con sensatez mientras rascaba detrás de las orejas a Cookie, que ronroneaba. Rose y Helmer parecían haber llegado al acuerdo de no tocar más el tema de su disputa. Volvían a ser muy amables el uno con el otro, aunque algo formales. Rose y Harriet lo pusieron al tanto de la conversación entre Monsieur Maxime y Hagrid, pero él no pareció encontrar tan sorprendente la noticia de que Hagrid era una semigiganta.

-Bueno, ya me lo imaginaba -dijo, encogiéndose de hombros-. Sabía que no podía ser una giganta pura, porque miden unos siete metros de altura. Pero, la verdad, esa histeria con los gigantes... No creo que todos sean tan horribles. Son los mismos prejuicios que tiene la gente contra los hombres lobo. No es más que intolerancia.

Daba la impresión de que a Rose le hubiera gustado dar una respuesta mordaz, pero tal vez no quería empezar otra discusión, porque se contentó con negar con la cabeza cuando Helmer no la veía. Había llegado el momento de pensar en los deberes que no habían hecho durante la primera semana de vacaciones. Una vez pasado el día de Navidad, todo el mundo se sentía desinflado. Todo el mundo salvo Harriet, que otra vez comenzaba a preocuparse.

El problema era que, una vez terminadas las fiestas, el 24 de febrero parecía mucho más cercano, y aún no había hecho nada para descifrar el enigma que encerraba el huevo de oro. Así pues, empezó a sacar el huevo del baúl cada vez que subía al dormitorio; lo abría y lo escuchaba con atención, esperando que algo cobrara sentido de repente. Trataba de pensar a qué le recordaba aquel sonido, aparte de a una treintena de sierras musicales, pero nunca había oído nada que se le pareciera. Cerró el huevo, lo agitó vigorosamente y lo volvió a abrir para comprobar si el sonido había cambiado, pero no era así. Intentó hacerle al huevo varias preguntas, gritando por encima de los gemidos, pero no le respondía. Incluso tiró el huevo a la otra punta del dormitorio, aunque no creyó que fuera a servirle de nada.

Harriet no olvidaba la pista que le había dado Celia, pero los sentimientos de antipatía que ésta le inspiraba entonces, le hacían rechazar aquella ayuda siempre que fuera posible. En cualquier caso, le parecía que, si de verdad Celia hubiera querido echarle una mano, habría sido algo más explícita. Harriet le había explicado qué era exactamente a lo que se iba a enfrentar en la primera prueba... mientras que la idea que Celia tenía de justa correspondencia consistía en aconsejarle que se tomara un baño. Bueno, ella no necesitaba esa birria de ayuda, y menos de alguien que iba por los corredores cogida de la mano de Zhao.

Y así llegó el primer día del segundo trimestre, y Harriet se fue a clase con el habitual peso de los libros, pergaminos y plumas, más el peso en el estómago de la preocupación por el enigma del huevo, como si también lo llevara de un lado a otro.

Todavía había una gruesa capa de nieve alrededor del colegio, y las ventanas del invernadero estaban cubiertas de un vaho tan espeso que no se podía ver nada por ellas en la clase de Herbología. Con aquel tiempo nadie tenía muchas ganas de que llegara la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, aunque, como dijo Rose, los escregutos seguramente los harían entrar en calor, ya fuera por tener que cazarlos o porque arrojarían fuego con la suficiente intensidad para prender la cabaña de Hagrid. Sin embargo, al llegar a la cabaña de su amiga encontraron ante la puerta a un brujo anciano de pelo gris muy corto y barbilla prominente.

-Daos prisa, vamos, ya hace cinco minutos que sonó la campana -les gritó al verlos acercarse a través de la nieve.

-¿Quién es usted? -le preguntó Harriet, mirándolo fijamente-. ¿Dónde está Hagrid?

Harriet EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora