El profesor Cracknell

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A la mañana siguiente, Samantha se vistió a toda velocidad y salió del dormitorio antes de que Harriet se hubiera puesto los calcetines.

—¿Qué le pasa? ¿Teme volverse loca si está demasiado tiempo en una habitación conmigo? —preguntó Harriet en voz alta en cuanto el dobladillo de la túnica de Samantha se perdió de vista.

—No te preocupes, Harriet —dijo Dana, colgándose la mochila del hombro—. Lo que le pasa es que...

Pero al parecer no sabía decir con exactitud lo que le sucedía a Samantha, y tras una pausa un tanto violenta, salió también del dormitorio. Nell y Rose miraron a Harriet como diciendo «Es problema suyo, no le hagas caso», pero eso no la consoló demasiado. ¿Tendría que aguantar muchas situaciones semejantes?

—¿Qué os ocurre? —les preguntó Helmer cinco minutos más tarde, cuando se reunió con sus dos amigas en la sala común antes de que bajaran todos a desayunar—. Estáis completamente... ¡Vaya!

Se había quedado mirando el tablón de anuncios de la Sala Común, donde habían colgado un gran letrero.

¡GALONES DE GALEONES!

¿Tus gastos superan tus ingresos? ¿Te gustaría ganar un poco de oro? Si te interesa un empleo sencillo, a tiempo parcial y prácticamente indoloro, ponte en contacto con Freya y Grace Prewett, Sala Común de Gryffindor.

(Lamentamos decir que los aspirantes tendrán que asumir los riesgos del empleo.)

—Se han pasado —comentó Helmer con gravedad, y descolgó el letrero que Freya y Grace habían clavado encima de un póster que anunciaba la fecha de la primera excursión a Hogsmeade, que sería en Octubre—. Vamos a tener que hablar con ellas, Rose.

Rose se mostró muy alarmada.

—¿Por qué?

—¡Porque somos prefectos! —exclamó Helmer mientras trepaban por el agujero del retrato—. ¡Es tarea nuestra impedir este tipo de cosas!

Rose no dijo nada, pero, por la apesadumbrada expresión de su amiga, Harriet comprendió que la perspectiva de evitar que Freya y Grace hicieran lo que les gustaba no la ilusionaba.

—¿Qué te pasa, Harriet? —continuó Helmer mientras bajaban un tramo de escalera cuya pared estaba cubierta de retratos que no les hicieron ni caso, pues se hallaban enfrascados en sus propias conversaciones— Te veo de muy mal humor.

—Samantha cree que Harriet miente acerca de Quien-tú-sabes —contestó brevemente Rose, al comprobar que Harriet no respondía.

El chico suspiró, lo cual sorprendió a la muchacha, que esperaba que su amigo manifestara indignación.

—Ya, Lowell también lo cree —comentó Helmer con tristeza.

—Seguro que has tenido una interesante charla con él sobre si soy o no soy una mentirosa y una presumida que sólo busca llamar la atención, ¿no? —dijo Harriet.

—No —repuso Helmer con calma—. La verdad es que le he dicho que cierre su sucia boca y que no hable mal de ti.

Hubo una breve pausa.

—Gracias. —dijo Harriet en voz baja.

—De nada —dijo Helmer, alegre. Luego hizo un gesto negativo con la cabeza y añadió —: ¿No os acordáis de lo que dijo Dumbledore en el banquete de final de curso del año pasado? —Harriet y Rose lo miraron sin comprender— Sí, habló sobre Quien-vosotros-sabéis. Dijo que su «fuerza para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Sólo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes».

Harriet EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora