Rosier no volvió a las aulas hasta última hora de la mañana del Jueves, cuando los de Slytherin y los de Gryffindor estaban en mitad de la clase de Pociones, que duraba dos horas. Entró con aire arrogante en la mazmorra, con el brazo derecho en cabestrillo y cubierto de vendajes, comportándose, según le pareció a Harriet, como si fuera la heroica superviviente de una horrible batalla.
-¿Qué tal, Darcy? -dijo Padraig Parkinson-. ¿Te duele mucho?
-Sí -dijo Rosier, con gesto de mujer valiente.
Pero Harriet vio que guiñaba un ojo a Goyle en el instante en que Padraig apartaba la vista.
-Siéntate -le dijo la profesora Prince, amablemente.
Harriet y Rose se miraron frunciendo el entrecejo. Si hubieran sido ellas las que hubieran llegado tarde, Prince no las habría mandado sentarse, las habría castigado a quedarse después de clase. Rosier siempre se había librado de los castigos en las clases de Prince. Prince era la jefa de la casa de Slytherin y generalmente favorecía a los suyos, en detrimento ajeno. Aquel día elaboraban una nueva pócima: una solución para encoger. Rosier colocó su caldero al lado de Harriet y Rose, para preparar los ingredientes en la misma mesa.
-Profesora -dijo Rosier-, necesitaré ayuda para cortar las raíces de margarita, porque con el brazo así no puedo.
-Prewett, córtaselas tú -ordenó Prince sin levantar la vista.
Rose se puso roja como un tomate.
-No le pasa nada a tu brazo -le dijo a Rosier entre dientes.
Rosier le dirigió una sonrisita desde el otro lado de la mesa.
-Ya has oído a la profesora Prince, Prewett. Córtame las raíces.
Rose cogió el cuchillo, acercó las raíces de Rosier y empezó a cortarlas mal, dejándolas todas de distintos tamaños.
-Profesora -dijo Rosier, arrastrando las sílabas-, Prewett está estropeando mis raíces, señorita.
Prince fue hacia la mesa, aproximó la nariz ganchuda a las raíces y dirigió a Rose una sonrisa desagradable, por debajo de su largo y grasiento pelo negro.
-Dele a Rosier sus raíces y quédese usted con las de ella, Prewett.
-Pero, señorita...
Rose había pasado el último cuarto de hora cortando raíces en trozos exactamente iguales.
-Ahora mismo -ordenó Prince, con su voz más peligrosa.
Rose cedió a Rosier sus propias raíces y volvió a empuñar el cuchillo.
-Profesora; necesitaré que me pelen este higo seco -dijo Rosier, con voz impregnada de risa maliciosa.
-Evans, pela el higo seco de Rosier -dijo Prince, echándole a Harriet la mirada de odio que reservaba sólo para ella.
Harriet cogió el higo seco de Rosier mientras Rose trataba de arreglar las raíces que ahora tenía que utilizar ella. Harriet peló el higo seco tan rápido como pudo, y se lo lanzó a Rosier sin dirigirle una palabra. La sonrisa de Rosier era más amplia que nunca.
-¿Habéis visto últimamente a vuestra amiga Hagrid? -les preguntó Rosier en voz baja.
-A ti no te importa -dijo Rose, entrecortadamente, sin levantar la vista.
-Me temo que no durará mucho como profesora -comentó Rosier, haciendo como que le daba pena-. A mi padre no le ha hecho mucha gracia mi herida...
-Continúa hablando, Rosier, y te haré una herida de verdad -le gruñó Rose.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...