BUM. Llamaban a la puerta. Dulcie despertó bruscamente.
Se oyó un crujido detrás de ellas y el tío Peter apareció en la habitación con un rifle en la mano.
- ¿Quién está ahí? - gritó - ¡Le advierto que estoy armado!
Hubo una pausa, después, un golpe violento que arrancó la puerta de sus goznes dejándola caer pesadamente y levantando una nube de polvo.
Una gigantesca mujer apareció en el umbral, tenía una larga melena enmarañada y las cejas un tanto pobladas, pero debajo tenía un par de hermosos y brillantes ojos negros, con un brillo que denotaban bondad.
La gran mujer se agachó para poder pasar, una vez adentro, levantó delicadamente la puerta y con cuidado la colocó en su sitio, disculpándose por haberla tirado.
- Lo lamento, hay una tormenta afuera y tardaban para abrir. - fue hacia el sofá donde se encontraba Dulcie - Disculpa querida, ¿te molestaría hacerme sitio? - Dulcie, impactada, se movió - Gracias - Se sentó - Ha sido un largo viaje, ¿qué les parece un poco de té?
Harriet no podía dejar de ver a esa enorme mujer, de apariencia desaliñada y ruda, pero con un aura dulce y tierna. La gran mujer le devolvió la mirada junto con una enorme sonrisa.
- Estoy emocionada por volver a verte. La última vez que te vi apenas eras una pequeña criaturita, tan solo un bebé. Eres idéntica a tu madre, pero tienes los ojos de tu padre.
Tío Peter bufó.
- Váyase de aquí ahora mismo - amenazó apuntándole con el rifle.- No crea que por ser mujer...
La gran mujer se paró de un salto, le quitó el rifle de las manos, le dobló el cañón y lo aventó a un rincón mientras decía:
- No me provoques Evans, no mereces llevar el apellido de tu hermano.
Tío Peter dio un paso atrás. La gran mujer volteó hacia Harriet.
- En cuanto a ti... - dijo sonriendo otra vez.- Te tengo un regalo de cumpleaños, lo preparé yo misma... el viaje fue un poco violento por la tormenta y tal vez lo aplasté un poco, pero imagino que el sabor no ha cambiado.
De su abrigo sacó una caja de pastel un poco aplastada. Harriet la abrió con manos temblorosas y vio un pastel de chocolate con letras verdes que decían: "¡Feliz cumpleaños Harriet".
- Muchas gracias, pero... ¿quién es usted?
La mujer sonrió.
- Tienes razón, no me he presentado. Soy Roberta Hagrid, Guardiana de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.- saludó a Harriet de mano, con delicadeza para no hacerle daño. Volteando hacia los Evans.- Me parece que he preguntado si tenían té... o quizás algo más fuerte, también entraría en calor con eso. Y hablando de calor.
Apuntando con su paraguas rosa hacia la chimenea una bola de fuego salió y encendió la chimenea, inundando la habitación de una cálida sensación. De los bolsillos de su abrigo sacó varias cosas: una cazuela de cobre, un paquete de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una botella de un líquido ámbar al que le dio un trago antes de comenzar a cocinar. Nadie dijo nada mientras la habitación se llenaba del delicioso aroma de las salchichas; Dulcie se veía claramente hambrienta, cualquiera pensaría que por el hecho de que no habían cenado bien, pero ella siempre tenía hambre por sus eternas dietas. Hagrid le sirvió un plato de salchichas a Harriet quien las degustó con gran placer, en parte por estar hambrienta y en parte porque no solían alimentarla con cosas deliciosas. Algo apenada, siguió preguntando.
- Perdón, pero sigo sin saber quién es usted.
Hagrid dio un sorbo a su té.
- Llámame Hagrid, todos lo hacen. Como te dije, soy Guardiana de Llaves y Terrenos de Hogwarts.
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Harriet Evans
FantasyUniverso alterno en el que todos los sexos están cruzados, la cuestión es que tan diferente sería la historia original cambiando los sexos, obviamente muchas cosas cambiarían pero, ¿el final sería distinto? Nota importante: La tradición inglesa solo...