El final de un ciclo

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El calor abrasador y el final de los exámenes invitaban a todo el mundo a aprovechar al máximo la última visita a Hogsmeade. Rose y Helmer pasearon con Harriet por todo el pueblo, sin parar de hablar de los extraordinarios acontecimientos de aquella noche.

El comportamiento de Prince con Harriet durante toda la última semana había sido alarmante. Harriet nunca habría creído que la manía que le tenía Prince pudiera aumentar; pero así fue. A Prince se le movía un músculo en la comisura de la boca cada vez que veía a Harriet, y se le crispaban los dedos como si deseara cerrarlos alrededor del cuello de Harriet, era evidente el odio hacia su madrina.

Penny obtuvo las más altas calificaciones en ÉXTASIS. Freya y Grace consiguieron varios TIMOS cada una. Mientras tanto, la casa de Gryffindor; en gran medida gracias a su espectacular actuación en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas por tercer año consecutivo. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos rojos y dorados, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando. Incluso Harriet, comiendo, bebiendo, hablando y riendo con sus compañeros, consiguió olvidar que al día siguiente volvería a casa de los Evans.

• • •

Cuando a la mañana siguiente el expreso de Hogwarts salió de la estación, Helmer dio a Rose y a Harriet una sorprendente noticia:

-Esta mañana, antes del desayuno, he ido a ver al profesor Ross. He decidido dejar los Estudios Muggles.

-¡Pero aprobaste el examen con el 320 por ciento de eficacia!

-Lo sé -suspiró Helmer-. Pero no puedo soportar otro año como éste. Sin los Estudios Muggles y sin Adivinación, volveré a tener un horario normal.

-Todavía no entiendo cómo lo lograste este año -dijo Rose, resentida-.

-Y nunca lo sabrán -dijo gravemente. Se volvió para observar a Harriet, que veía cómo desaparecía Hogwarts detrás de una montaña. Pasarían dos meses enteros antes de volverlo a ver-. Alégrate, Harriet -dijo Helmer con tristeza.

-Estoy bien -repuso Harriet de inmediato-. Pensaba en las vacaciones.

-Sí, yo también he estado pensando en ellas -dijo Rose-. Harriet, tienes que venir a pasar unos días con nosotros. Lo comentaré con mis padres y te llamaré. Ya sé cómo utilizar el felétono.

-El teléfono, Rose -le corrigió Helmer-. La verdad, deberías coger Estudios Muggles el próximo curso...

Rose no le hizo caso.

-¡Este verano son los Mundiales de quidditch! ¿Qué dices a eso, Harriet? Ven y quédate con nosotros. Iremos a verlos. Mi padre normalmente consigue entradas en el trabajo.

La proposición alegró mucho a Harriet.

-Sí... Apuesto a que los Evans estarán encantados de dejarme ir... Especialmente después de lo que le hice a tío Marshall... Pero tenía pensado ir con mi madrina.

-Puedes traerla, a mi padre no le molestará una más.

Mucho más contenta, Harriet jugó con Rose y Helmer varias manos de snap explosivo, y cuando llegó el brujo con el carrito del té, compró un montón de cosas de comer; aunque nada que contuviera chocolate, había tenido suficiente ese año.

Al llegar a la estación, ella, Rose y Helmer atravesaron la barrera del andén nueve y tres cuartos. Harriet localizó enseguida a tío Peter. Estaba de pie, a buena distancia de los padres de Rose, mirándolos con recelo. Y cuando la señora Prewett abrazó a Harriet, confirmó sus peores suposiciones sobre ellos.

-¡Te llamaré por los Mundiales! -gritó Rose a Harriet, al despedirse de ellos.

Luego volvió hacia tío Peter el carrito en que llevaba el baúl y la jaula de Herman. Su tío lo saludó de la manera habitual.

-¿Qué es eso de los Mundiales? Ni creas que irás a ningún lado -gruñó.

-Que lástima -dijo Harriet con alegría-. Eso no le va a agradar a mi madrina.

-¿Madrina? -farfulló tío Peter-. Tú no tienes madrina.

-Sí la tengo -dijo Harriet de inmediato-. Era la mejor amiga de mis padres. Estaba condenada por asesinato, pero ya salió libre. Le gusta mantener el contacto conmigo... Estar al corriente de mis cosas... Comprobar que soy feliz...

Y sonriendo ampliamente al ver la expresión de terror en el rostro de tío Peter, se dirigió a la salida, hacia un verano seguramente mucho mejor que el anterior.

Harriet EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora