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"La Tierra no se está muriendo. Está siendo asesinada y quienes lo están haciendo tienen nombres y direcciones."

—Utah Phillips

Ocurrió más rápidamente de lo predicho.

Y mucho más catastróficamente de lo que había sido predicho por los científicos.

Esos mismos científicos que protestaron desesperadamente por frenar la hecatombe hacia la cual nos dirigíamos como especie.

Esos mismos científicos comenzaron a desaparecer "misteriosamente" en los años siguientes, ante la total indiferencia cómplice del mundo.

Sólo cuando el drama de la inminente extinción se hizo demasiado obvio como para seguir tratando de intentar tapar el sol con un dedo, sólo entonces, fue cuando quienes tenían el poder para frenar la catástrofe y no lo hicieron, revelaron cuán verdaderamente abominable era su naturaleza.

Y ahora, en una tierra devastada, en una tierra infernal, los pocos humanos que quedamos somos perseguidos por bestias infernales que nos cazan por diversión, deleitándose abiertamente en nuestra destrucción, fríamente planificada ya desde siglos atrás.

Los demonios existen, y usan máscaras humanas.

Sus armas son la distracción y las verdades a medias.

Nosotros los hemos convertido en Amos y Señores de nuestras vidas, y con ello hemos firmado nuestra propia sentencia de muerte.

Y con nosotros, también mueren y morirán muchos otros, en lenta agonía.

La tragedia del daño colateral provocada por nuestra contemporánea indiferencia se repite día a día.

Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora