Llamada al Más Allá

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Nuestra sesión espiritista comenzó cerca de la medianoche, teniendo como propósito la invocación de Espinoza, quien fuera el responsable de introducirnos en las artes esotéricas desde los lejanos días de nuestra juventud.

Su inesperado fallecimiento acontecido cuatro meses atrás todavía nos llenaba de congoja, pero él mismo había llegado a pronosticar con precisión escalofriante muchas de las circunstancias vinculadas al final de su existencia, producto de una grave y prolongada enfermedad.

—Espinoza... ¡Espinoza! ¡Háblanos, por favor! —le llamamos una y otra vez a la luz de las velas, haciendo eco nuestras voces en las paredes de la misma habitación donde tuvo lugar la muerte de aquel hombre.

Hizo falta repetir este llamado varias veces, hasta que finalmente las doce velas dispuestas en el lugar se apagaron repentinamente, quedando la habitación completamente a oscuras, y una voz familiar se dirigió entonces a nosotros:

—Aquí estoy... ¿Quién está llamándome?

—Maestro Espinoza, ¿Es usted?

La voz guardó silencio por un brevísimo instante, antes de responder:

—Son ustedes, discípulos míos...Veo que ni en la muerte están dispuestos a dejarme en paz...

Había algo extraño en el tono de sus palabras, que nos produjo un intenso escalofrío. Aun así, al tratarse esta de nuestro primer llamado exitoso a un habitante del más allá, no me sentí dispuesto a dejar que la aparición se marchase así como así, sin antes haberle formulado un par de interrogantes:

—Díganos, maestro Espinoza: ¿Qué hay más allá de la muerte? ¿Existen acaso otros mundos y realidades?

Espinoza guardó silencio nuevamente, pronunciando la siguiente contestación con voz tenebrosa:

—Para los humanos, existen dos destinos después de morir...El Silencio y el Horror...

Semejante respuesta nos dejó confundidos, razón por la cual fue necesario solicitar una clarificación de mi parte:

— ¿Podría describirnos esos dos estados, maestro Espinoza?

Esta vez el aparecido no tardó en pronunciar su réplica:

—El Silencio es un estado en el cual la mayor parte de los seres humanos permanecen después de morir, flotando sus almas en el vacío, sin poder sentir nada en absoluto, hasta que finalmente sus almas van fundiéndose poco a poco con la oscuridad infinita...Este estado es lo más cercano que existe a "descansar en paz", como suele decirse...

Tragué saliva con dificultad al oír esas palabras, antes de expresar mi siguiente interrogante:

— ¿Y qué hay del Horror maestro? ¿Se trata acaso del infierno?

Al oír la palabra "infierno", el aparecido comenzó a reírse de forma siniestra: La suya era una risa maligna, espeluznantemente inhumana.

— ¿Maestro Espinoza? —insistí yo, pese al terror que me dominaba durante aquellos instantes.

Y fue entonces cuando una luz escarlata se encendió en medio de la habitación, transmutando en seguida el lugar en donde nos encontrábamos en un paisaje inundando de horrores indescriptibles, por donde transitaban formas demenciales, de naturaleza tan abominable que cualquier vocablo humano sería imposible de describirlas a cabalidad.

Intenté soltar la mano de mis dos compañeros, a fin de dar con ello terminada la sesión, incapaz de sobrellevar por más tiempo lo que mis ojos veían, pero me fue imposible: Las extremidades de ambos se habían fundido por completo con las más, mientras que sus rostros experimentaron una repentina corrupción que provocó el desprendimiento de sus mandíbulas, brotando una serie de larvas repugnantes de las cuencas de sus ojos, mientras que yo mismo me di cuenta de que mi rostro estaba descomponiéndose en cuestión de segundos, pudriéndome en vida sin que pudiese hacer nada por impedirlo.

Y antes de que mis ojos se desprendiesen de sus cuencas producto de una repentina infestación de larvas surgidas la nada, fui capaz de ver con plena claridad la apariencia del aparecido a quien habíamos conseguido invocar, descubriendo así que no se trataba de Espinoza, sino de una figura monstruosa de color escarlata, cuyas tres cabezas se hallaban coronadas por cuernos semejantes a los de un macho cabrío.

—Para ustedes jamás habrá Silencio, sólo Horror...Horror por el resto de la Eternidad... —Nos dijo ese demonio, antes de comenzar a descuartizarnos lentamente, devorándose nuestros despojos con obscena delectación.

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