Jim

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—Ni siquiera intentes despertar, Jim —me advirtió el embrión cubierto de hormigas que descubrí incrustado en mi mano izquierda—. La realidad es todavía peor que esto.

Pero yo desperté de todas formas, o al menos yo supongo que eso fue lo que sucedió inmediatamente después.

Desperté ciego y mudo, cubierto de hormigas, las cuales ya habían devorado buena parte de mi cuerpo, mientras yo seguía sin poder exhalar mi último suspiro aún.

Después de eso, yo morí o simplemente volví a quedarme dormido, descubriendo tras un leve parpadeo que había vuelto a tener aquel mismo embrión deforme de antes en la mano izquierda.

—Ya deberías saber que de este purgatorio nunca se sale, Jim — me dijo, a manera de saludo

Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora