#131

12 1 1
                                    

—No apagues la luz...— solicita mi hijo, antes de que yo salga de su alcoba después de haberle dado las buenas noches.

—No hay porque temerle a la oscuridad —repongo yo, presionando despreocupadamente el interruptor.

Y entonces se desvanece de golpe: Mi hijo, la alcoba, la casa, todo nuestro mundo entero.

Toda la vida que creía conocer, todo desaparece así nomás, en un parpadeo.

Y quedo yo solamente, una miserable esencia, que flota en el vacío sin rumbo, a veces soñando con la existencia que creí tener, rememorando vagamente sus alegrías y penas, como si fuesen apenas fragmentos fugaces de una obra de ficción.

De vez en cuando me parece escuchar una voz lejana en la distancia, la voz de un niño cuyas palabras se me hacen como el nebuloso mensaje perteneciente a un sueño del que aún no he conseguido despertar por completo:

Papá, no apagues la luz...


Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora