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Es de lo más común sentir así como que vas cayendo al vacío mientras duermes.

Un poco menos común es sentir al momento de despertar como es que unas manos te retienen de las extremidades, arrancándote la piel por pedazos.

Yo sé, yo sé. Mi piel sigue allí. Todavía puedo verla. La palparía, si estas manos invisibles no me retuvieran.

Mi situación es igual a la de Prometeo, cuyas entrañas eran eternamente devoradas por un buitre.

Así yo igual siento que bien puedo ser desollado por toda la eternidad, aunque por fuera parezca que no sufro de nada.

Duele, de todas maneras. Duele infernalmente.

Yo pegaría el más desgarrador de los gritos, pero tengo la lengua entumecida, totalmente pegada al paladar.

Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora