Paisaje

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Cerré los ojos y pensé en el más hermoso paisaje que pude imaginar, en medio del cual pude dejar atrás toda clase de culpa y miedo.

Mi tranquilidad le hizo la tarea mucho más fácil al verdugo, quien de inmediato descargó su hacha sobre mi cuello, salpicándose las ropas con mi sangre.

Luego alzó mi cabeza decapitada en alto de forma triunfante, como si él fuese Perseo y yo medusa, mientras que la multitud presente en el lugar rugía con entusiasmo feroz, clamando por la muerte de todos aquellos que compartiesen mis ideas.

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