Mini-Historias de Terror

#72

Él la busca y se pierde en la noche.

Piensa en ella, y lamenta que las cosas tengan que terminar de esa manera.

Pero no hay otra alternativa: Él necesita de su sangre y la ha deseado ansiosamente desde el primer momento en que la conoció.

Francamente, es un milagro que haya sido capaz de esperar por tanto tiempo...Ah, lo que es capaz de hacer un hombre por amor.

Pero aún incluso cuando los monstruos son capaces de amar, ese amor tiene sus límites: Límites que marca el hambre.

Es de madrugada cuando él llego a la casa de la chica.

La encontró durmiendo profundamente, apenas cubierta por una sábana blanca, tal como en todas sus visitas anteriores.

"Esta vez, tus bellos sueños no serán interrumpidos..." piensas para tus adentros, luego de asestarle un brutal mordisco, el cual debía matarla de inmediato, tal como a todas tus víctimas anteriores.

Ni siquiera hay una reacción de su parte luego de que le arrancas de cuajo buena parte de la garganta, brotándole la sangre a borbotones, deleitándose en seguida su verdugo con aquel festín.

Pero no pasa mucho antes de que un ardor enfermizo empiece a sentirse dentro de sus entrañas de no-muerto: Aquella sangre es veneno cruel, que ha comenzado a matarle de a poco, haciéndole vomitar copiosamente, mientras la piel de la cara le arde y comienza a desprendérsele de a pocos.

— ¡Mierda! —exclama aquel vampiro agonizante, antes de empezar a retorcerse como una rata en agonía sobre el suelo de la habitación.

Y es entonces cuando la supuesta muerta se levanta dando una serie de espantosas carcajadas, arrancándose una falsa piel superpuesta sobre su rostro, revelando así su verdadera faz, demoníaca y monstruosa.

—Nunca debiste intentar beber la sangre de un súcubo, vampiro estúpido... —declara aquel ser de pesadilla, antes de arrancarle el corazón al moribundo victimario convertido ahora en víctima, que recién entonces comprendió que tan terriblemente cruel podía llegar a ser morir por amor.