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Mi penoso avance a través del recinto deja un grotesco rastro de sangre, sintiendo todavía mi piel arder por las numerosas suturas.

De igual manera estoy orgulloso: ¡Amada mía, ahora ambos compartimos un mismo corazón!

Es mi sangre la que ahora late en tus venas resurrectas, y es mi espalda la que cargará a partir de este día tu precioso torso, cual centauro.

Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora