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Era un tatuaje sumamente hermoso; una bellísima sirena de piel azul.

Bien podría haberme pasado noches enteras acariciándole la espalda mientras dormía plácidamente, casi sintiendo como si su piel fuese la puerta hacia otro mundo de ensueño.

Ella, la sirena, me sonreía seductora: Yo casi podía figurarme sus manos en gesto de súplica, solicitándome que yo la liberase de esa prisión de carne que la retenía.

Por supuesto que lo hice. Por supuesto que obedecí la orden que ella me daba. La amaba, como no he amado a ninguna otra criatura existente en este modo.

La amaba y por ella hice todo.

Por eso maté al cuerpo que la mantenía prisionera, mientras dormía plácidamente.

Por eso desollé aquel fragmento de su espalda, disecándolo como si se tratase de la piel de un animal en exhibición: Aquello no era más que un lienzo, un mero soporte para que mi verdadero amor se manifestase.

Me gustaba mirarla por días enteros, a veces hasta dejarme desfallecer sobre el suelo de mi departamento.

Podía estar muriéndome de hambre, pero igual era el paraíso para mí, un paraíso que ambos compartíamos.

Pero ese mundo perfecto también debía acabar tarde o temprano. Acabó para mí el día que llegaron a casa esos malditos policías, preguntándome por esa persona de quien yo me había deshecho, aquel débil lienzo que nunca pudo satisfacer del todo mis deseos.

Al final, la duda me traicionó.

Me traicionó un silencio, seguido por una mentira poco convincente.

Al final, mi pequeño tesoro, mi ventana al paraíso fue descubierta. Y esa fue mi perdición.

Ahora...

Me encuentro aprisionado entre cuatro paredes blancas, suaves...Un infierno de nubes de algodón contra el cual ni siquiera puedo estrellarme para acabar con todo.

Un infierno suave, lejos de aquello que tanto amé.

¿Qué es lo que habrán hecho con ella?

¿Habrán sido tan ridículos de enterrar mi tesoro, a falta del resto de aquel cuerpo del que me deshice?

Ella, mi hermosa sirena, mi preciosa sirena no merecería semejante destino: Ella no era carne débil, destinada a corromperse con el tiempo.

Tenía que ser preservada siempre fresca, siempre hermosa, sin ninguna arruga.

Si la tierra la cubre por completo, entonces no queda sino admitir plenamente la locura obscena de este mundo, el cual dice amar la belleza, pero que hace todo lo posible por aplastarla, destruirla...

Mini-Historias de TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora