El testimonio de un padre

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Peor que tener que sobrevivir a tus propios hijos es oírlos cada noche, llamándote tanto en sueños como en pesadillas, siendo su mensaje siempre el mismo:

"¡Papi! Ven, por nosotros, por favor... ¡Ven a sacarnos de este encierro horrible, todavía estamos vivos...!"

Y cada uno de esos sueños siempre termina con el leve ruido semejante al de arañazos en la madera, como si alguien estuviese pugnando desesperadamente por salir de quien sabe que prisiones subterráneas...

Aún al despertar yo sigo escuchando esos arañazos débiles, pero al mismo tiempo cercanos, resonando casi siempre en alguna parte de mi habitación todavía sumergida en las sombras de la madrugada.

Aún al despertar yo sigo escuchando esos arañazos débiles, pero al mismo tiempo cercanos, resonando casi siempre en alguna parte de mi habitación todavía  sumergida en las sombras de la madrugada

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