— Dejad que los niños vengan a mí... —dijo el supuesto Mesías, esbozando una pérfida sonrisa en su engañosamente angélico rostro, al tiempo que unos cuantos muchachos se desplazaban torpemente en dirección suya, con ojos vidriosos, casi totalmente desprovistos de emoción...Acaso como si de un momento a otro ellos se hubiesen transformado en autómatas sin alma bajo efecto de quien sabe que diabólico sortilegio.
—Que vengan, que vengan... —insistió nuevamente aquel supuesto Cristo, mostrando su rostro la misma clase de perversa satisfacción que una fiera salvaje exhibe al momento de tener frente a sí a su próxima víctima.
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Mini-Historias de Terror
HorrorPorque no hacen falta muchas palabras para producir el más hondo de los escalofríos... He aquí una colección de breves, brevísimos relatos de terror y misterio...