Lázaro

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¡Pobre Lázaro!

Nunca volvería a ser el mismo después de resucitar.

Un hambre cruel, e inhumana habría de despertarse en él, como para recordarle que del Sheol nadie vuelve sin pagar las consecuencias.

Y Marta... ¡Pobre Marta!

Las palabras del Nazareno seguían resonando en su mente, mientras ella se convertía en la primera víctima del cambio terrible en su hermano:

"¿No te dije que si creyeras, verías la gloria de Dios?"

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