—Perdóname— dijo Felipe a Luisita el día de su cumpleaños—. Se me ha olvidado traerte un regalo para tu fiesta...
—No importa—repuso la niña, con una dulce sonrisa en su rostro—. Para mí, el que tú estés aquí es el mejor regalo de todos.
Felipe se puso muy contento al oír esas palabras.
Y luego de varios juegos y dulces, llegó el momento de partir la torta.
—Para ti...—le dijo Luisita a Felipe.
—No podría...—repuso el muchacho, recordando cuantas veces su madre le había dicho que siempre era el dueño del santo quien debía comer el primer pedazo de torta.
Pero la niña insistió tanto que al final Felipe aceptó comerse la torta ante la mirada sonriente de la cumpleañera y los demás invitados: Era una torta exquisita, la más deliciosa que él alguna vez hubiese probado en el mundo...
Luego sintió un leve mareo, que fue volviéndose más y más fuerte conforme pasaban los segundos.
Recién entonces, Felipe notó que ninguno de los demás invitados había probado la torta de Luisita, y ella misma tampoco lo había hecho.
Todos ellos le miraban fijamente, sin dejar de sonreírle.
Eso fue lo último que el chico vio, antes de caer en un sueño profundo, del cual ya no despertaría.
Luego de que el cuerpo de Felipe diese unos cuantos estertores sobre el suelo de la sala, Luisita se acercó con mucho cuidado a él, y usando el mismo cuchillo con el que había cortado la primera tajada de torta, le abrió el pecho al niño, extrayéndole el corazón.
Una vez tuvo en su mano esa masa de carne sanguinolenta y todavía palpitante, comenzó a darle una serie de furiosas dentelladas.
Los demás invitados por su parte se repartieron los demás restos del chiquillo, devorándolo con bestial voracidad.
Hubo algunos que resintieron un poco que Luisita se comiese todo el corazón ella sola, porque según decían, esa era la parte más dulce del cuerpo humano, al ser allí donde residía la esencia primordial de sus almas.
—Vamos, chicos, no sean mezquinos...—les reprendió la madre de uno de ellos—. Recuerden que después de todo es su cumpleaños, así que es su derecho...
E intercambiando una mirada cómplice, los padres de aquellos monstruos con humana apariencia comenzaron a discutir entre copa y copa de vino como se encargarían de encubrir la pequeña travesura de sus retoños.
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Mini-Historias de Terror
HorrorPorque no hacen falta muchas palabras para producir el más hondo de los escalofríos... He aquí una colección de breves, brevísimos relatos de terror y misterio...