Abraham II

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Los impíos, los incrédulos, insisten que Tú solamente eres una creación de la mente mía.

Yo en cambio tengo fe en ti, Señor y Dios mío.

Sé que sólo tu Voluntad es lo único que importa, y por eso estoy dispuesto a cumplirla hasta el final, sin remordimiento alguno.

Así que alzó el cuchillo en alto, e ignoro las súplicas cobardes de este hijo mío que no he aprendido a amarte y adorarte como es debido.

Por eso mismo, amado Señor, yo te lo ofrezco ahora en sacrificio.

Sin remordimientos.

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