Capítulo 7: Fuego de deseo y ambición

454 48 18
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El carruaje del príncipe Ancel había empezado a moverse, al igual que los demás carruajes, solo permanecía sin moverse el carruaje del príncipe Kenshiro. Y es que se había encontrado cara a cara con Ashford ya instalado dentro, dedicándole una mirada bastante seria. Tuvo que contener a Han, su guardián, quien parecía decidido a olvidar que Ashford era también un príncipe, pues hizo ademán de subir al carruaje para sacar de ahí al príncipe. Con la mirada le indicó que subiera al lado del conductor.

—Príncipe imperial ¿me haría el honor de viajar conmigo y tener una plática? —Aunque sus palabras eran corteses, el alfa imperial sentía que estaba retándolo.

Al instante, Kenshiro sintió el instinto de mostrar su supremacía como alfa, algo que normalmente reservaba para la batalla o para las reuniones en la corte de Hannover. Sin responder nada a voz alta, subió al carruaje y se sentó frente al príncipe de Path. Luego de algunos movimientos en el exterior, el carruaje empezó a moverse, siguiendo a los demás.

—Y bien, príncipe de Path ¿qué tiene para decirme? —Soltó hosco, confrontándolo con la mirada, buscando amedrentarlo.

—Príncipe Imperial, debe saber que yo, antes de cortejar a Ancel, he sido su amigo de infancia. Así que estoy preocupado por él, por la relación que tienen ambos. —Le acusó.

Si bien, su tono parecía ser acusador, Kenshiro también sintió que había algo de soberbia, como si el hecho de que haya sido amigo de Ancel le diera algún derecho sobre él. Pensar en ello, le trajo un sabor amargo, se sintió tenso y fastidiado, con ganas de usar su título a su favor para mandarlo a callar con una sola palabra.

—¿Quiere advertirme que Ancel lo ama a usted y que no debo atreverme a cortejarlo? —Cuestionó sin poder controlarse y sin siquiera analizar las palabras que soltaría.

La ceja del alfa se elevó, como si hubiera confirmado una sospecha.

—¿Eso es lo que está haciendo entonces? ¿Usted está cortejando al príncipe Ancel?

No quería retractarse, pero realmente no podía confirmarlo. Había admitido que se sentía atraído por él, pero ¿cortejarlo oficialmente? Eso era imposible.

—Príncipe imperial, Ancel no es un omega cualquiera, es el príncipe heredero de la nación más importante de los reinos independientes. —Le replicó. En su tono había preocupación, cierto desespero, pero también reproche e indignación. —Es mi amigo y también la persona con la que espero formar una familia; así que me gustaría que usted fuera sincero con todos los príncipes que lo cortejamos ¿es usted un rival? No puede jugar a cortejarlo cuando ni siquiera ha pedido el permiso a la corte de Whitehall ni al Rey Clovis ¿O es que busca lograr algo inmoral con él y luego abandonarlo como si fuera ...?

—No busco aprovecharme de él. —Replicó. Aunque muchas veces sentía que esa atracción le llevaría a hacer algo incorrecto, siempre lograba encontrar el control.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora