Capítulo 31: El Decreto de la emperatriz.

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Las primeras palabras de lo que pasó las primeras semanas desde que Ken se fue de Whitehall habían sido dichas, la comida del desayuno había sido terminada, y, a pesar de haber comido fruta dulce, Kenshiro sintió un amargor llenarle la boca

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Las primeras palabras de lo que pasó las primeras semanas desde que Ken se fue de Whitehall habían sido dichas, la comida del desayuno había sido terminada, y, a pesar de haber comido fruta dulce, Kenshiro sintió un amargor llenarle la boca. Ambos príncipes continuaban en el jardín de la residencia que le habían asignado a Ancel como príncipe invitado. El omega levantó la mirada hacia Ken y notó que tenía cierto enojo en su mirada por sus últimas palabras.

—Ya te he dicho que Ashford es solo mi amigo. — Murmuró Ancel, mientras sus dedos caminaban sobre el brazo de Kenshiro descuidadamente, mientras sus pestañas se removían y sus labios dibujaban una pequeña sonrisa. En el aroma de Kenshiro reconocía perfectamente los celos.

El sabor amargo seguía ahí, pero un ligero estremecimiento por el jugueteo de Ancel en su brazo se extendía. A pesar de los años, Ancel sabía cómo calmarlo o quizás, incluso, había mejorado en ello.

—Lo sé, pero me enoja que por culpa de ese chisme te hayas tenido que refugiar en sus feromonas. ¿Sabes lo que es para un alfa pensar en su omega envuelto en las feromonas de otro alfa? — Un gruñido escapó del pecho del alfa mientras atrapaba la mano de su omega entre sus dedos. En su mirada se vislumbraba el caos que despertaban los celos y en ese aroma agrio quedaba claro cómo deseaba marcarlo con su aroma.

Sin embargo, en respuesta, el omega se apoyó un poco más en la mesa para acercarse a su alfa. Ancel no evitaba acercarse como antes, incluso parecía divertirse provocando.

—¿Sabes lo que es para un omega pensar en su alfa apareándose con otros omegas? —Susurró de repente. — Dos omegas, para ser exacto... dos bellos omegas de cabellos rubios. — Dejó muy claro que tenía toda la información sobre ese suceso.

Kenshiro carraspeó. El amargor no desapareció, pero tenía que tragarlo.

—Por eso te envíe esa carta...— Replicó. — ...de pensar que podrías aceptar a otro alfa por despecho...

—Una carta que no llegó. — Intervino el omega. — Sé que no fue tu culpa, quisiste prevenirme de que fue una trampa, pero no llegó y pensé que no sentías nada por mí. —Indicó Ancel.

Había algo en la mirada de Ashford antes de irse que no dejaba en paz a Kenshiro. Y ante estas últimas palabras sintió que Ancel le ocultaba algo sobre ello.

—Ancel ¿de verdad no has tenido una relación con él?

—Hay varias cosas que tengo que contarte, pero actualmente no estoy en una relación con nadie.

Entrelazó sus dedos con los de Kenshiro. Ambos se observaron. Podía ver una tormenta en los ojos de Kenshiro.

—Necesito saberlo. — Urgió Kenshiro.

—¿Te importa mi pasado? ¿Te importa saber si alguien más me ha tocado? — Cuestionó Ancel. No ofendido como antes cuando sentía que Kenshiro sobrepasaba sus actitudes posesivas, sino con curiosidad.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora