Los dos omegas desnudos se tendieron en su lecho, quedando a su disposición plena. Sus pieles lucían delicadas, blancas y suaves como la seda. Dejó ir su aroma para envolverlos por completo. En respuesta, los dos omegas ronronearon al unísono llenos de anticipación y gozo. De parecer temerosos y avergonzados por tener que servirle, comenzaron a desear ser tomados. Esa era la natural respuesta de dos omegas sumisos ante un alfa dominante como Kenshiro.
El príncipe pudo notar como sus miradas se tornaron vidriosas, sus pieles se enrojecieron y comenzaron a exudar sus propias feromonas. Este aroma llegó a sus fosas nasales. Aunque sintió un ligero estremecimiento, a su alfa interno le pareció poca cosa, incluso desagradable. De inmediato, sintió un fuerte deseo por volver a olfatear las feromonas de Ancel. Esa parte instintiva tenía grabada en todos los sentidos el tener a Ancel de cerca, desde su claro aroma a miel y cítricos hasta la forma de su cuerpo amoldándose al suyo. Recordaba perfectamente como ese aroma especial se tornó aún más delicioso cuando su omega le confesó sus sentimientos, mientras lo besaba y abrazaba. Entonces, el aroma de los dos omegas hizo que su nariz se arrugara. Era como si su olfato hubiera olfateado un perfume diseñado por el mejor maestro y luego olfateara un perfume barato. Poco a poco, se volvía más intolerable. Solo quería a Ancel, lo anhelaba de una manera aterradora.
Indiferente a ello, los dos omegas removían sus piernas y brazos invitándole a unirse pero esa imagen de ese par de omegas tan dispuestos y sumisos le trajo a su mente un pensamiento: "Ancel no respondería así". En su imaginación, Ancel, incluso en el sexo, no sería tan dócil, quizás sería más coqueto. Por los besos que compartieron en el jardín y en el establo, estaba seguro que sería un omega muy participativo, que aprendería y descubriría a su lado los puntos más sensibles de cada uno, le tentaría hasta volverlo loco de pasión. Imaginarlo hizo que un cosquilleo llegara por todo su cuerpo.
Se subió a la cama aun con el camisón puesto, justo en medio de ambos cuerpos. Los dos omegas se pegaron a él y comenzaron a acariciar su cuerpo. Técnicamente, si los follaba no era una traición a Ancel, porque no eran pareja oficial. De hecho, Ancel le había dicho que buscara su vida en pocas palabras. Aun así, su instinto de alfa no le permitía pensar en nadie más. Ancel era su destinado y habían compartido una relación, aunque corta, fue lo suficientemente intensa para sentir que se avergonzaría de intentar intimar con estos dos omegas. Su omega no se lo perdonaría y le diría "¿Te gustaría que yo hubiera pertenecido a otro alfa?" Claramente no. Aunque no eran pareja, no quería que nadie más tocara a Ancel. Ambos se pertenecían el uno al otro.
—Deténganse. — ordenó.
Ambos omegas alzaron la mirada tímidamente, asustados de haberse equivocado al tocar al príncipe.
—Solo quiero que me acompañen a dormir. — Ordenó. — Tengo una batalla cercana, no es bueno perder energía ¿lo entienden?
— Sí, su alteza.
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Crónicas de Amor y Guerra [ABO]
RomanceEl príncipe Ancel (omega) celebra un baile por su mayoría de edad, se espera que en tal baile encuentre al alfa ideal para ser su consorte, y así ascender al trono. Sin embargo, un misterioso rufián lo ataca en el jardín llamándolo "mi omega". Ance...