Capítulo 41: El destino de un esclavo.

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El desfile del emperador, emperatriz, el príncipe heredero y su prometido, el príncipe Ancel, denotaba una imagen de familia perfecta, digna de la realeza de Hannover, llena de poder, belleza y gracia. Sin embargo, cada uno de los integrantes poseían sentimientos encontrados ocultos en sus corazones.

Era parte del protocolo, pero tanto Meiyoung como Stephano odiaban tener que tocarse o siquiera rozarse, aunque sus pieles estuvieran cubiertas y no se estuvieran tocando realmente. Tantos años habían pasado desde que Meiyoung asumió su lugar como emperatriz, pero para ambos era una tortura tener que permanecer en el mismo lugar. Cada uno deseaba la muerte del otro sin ninguna misericordia. Nunca habían compartido la posibilidad de siquiera tener simpatía por el otro. Solo existía rencor, resentimiento y ganas de destruir al otro.

Por su lado, Ken y Ancel eran todo lo contrario, el ligero toque de sus dedos era suficiente para caldear sus cuerpos, pero, aunque no podían contener más las miradas de amor, intentaban no parecer tan ansiosos o tan felices como realmente se sentían. Lograron comprometerse oficialmente aunque eso hubiera resultado imposible años atrás, por lo que estaban olvidando todos los problemas que su amor podría enfrentar en el futuro o que la imagen del emperador y la emperatriz podría ser el reflejo de ellos en el futuro. O, incluso, pudiera ser peor porque el emperador y la emperatriz nunca sintieron amor el uno por el otro, así que eran libres de odiarse e intentar destruirse, pero Ancel y Ken se amaban, de darse las circunstancias ¿podrían buscar el fin del otro?

Las delegaciones de las familias de la realeza y nobleza terminaron de llegar. Este bosque estaba ubicado casi a las afueras de la capital de Hannover, por lo que les tomó media mañana movilizarse del castillo hasta el bosque. El lugar transmitía una sensación de antigüedad y sabiduría, quizás porque poseía los árboles más antiguos de Hannover. Estaba solo abierto para los eventos de la familia real y bajo permiso de las familias nobles. El evento duraría hasta el anochecer, el cual se cerraría con una fogata. Los sirvientes de cada delegación ya habían preparado tiendas y toldos donde se reunirían sus amos para descansar y convivir. También había una tienda grande dirigida por la emperatriz donde la mayoría de omegas se reuniría para conversar.

Luego de unas escuetas palabras del emperador, se dio inicio a la cacería. Cada delegación ingresó al bosque, dispersándose por el territorio sin problemas. No era una competencia en sí misma, sino más que nada una actividad para socializar, donde los miembros más jóvenes de las familias podían hacer amistad y donde los viejos amigos podían encontrarse y cooperar. A pesar de que no era una competencia, claramente, la rivalidad silenciosa estaba a la vista.

Parte de los omegas que acompañaban a la emperatriz eran los miembros del harén de Kenshiro, que miraban con desaprobación como Ancel, en vez de quedarse con ellos, participaba en la cacería. Aun así, no había nada que pudieran hacer, sabían que dada su posición ingresaría al harén como esposo principal, además de tener el favor de Kenshiro. Sin embargo, también sabían que, probablemente, pronto perdería ese favor de parte del alfa, pues las responsabilidades con las que cargaba lo abrumarían y alejarían de su labor como omega.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora