Capítulo 43: Un reino de intrigas

986 33 25
                                    


Aunque había parecido imbatible frente a los que buscó dañar, Ryu sabía que le esperaba un regaño de parte de su padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aunque había parecido imbatible frente a los que buscó dañar, Ryu sabía que le esperaba un regaño de parte de su padre. Cuando llegaron a la residencia de Ryu, ingresaron al salón de recibimiento solo los dos, dejando afuera a sus sirvientes y esclavos. Sin ninguna palabra, Akimitsu lanzó una cachetada a su hijo. Sin embargo, midió su fuerza para no afectar su rostro.

Ryu bajó la mirada y dibujó un puchero en sus labios. No importaba pagar ese precio, aun sentía la satisfacción de ver las lágrimas en Adrien, la furia en Ancel y la frustración en Kenshiro. Estaba furioso porque su plan de humillar a Ancel frente a los demás consortes no funcionó, incluso varios de estos consortes parecían admirar aún más a Ancel, lo cual era intolerable.

—Hijo, mereces más que ese castigo. — Habló Akimitsu. — Has sido tan tonto como para dejarte llevar por tu rabia. Te desquitaste con el esclavo porque la reunión no salió como esperabas.

Ryu era el hijo favorito de Akimitsu. No poseía aún hijos alfas, por lo que toda su devoción de padre fue destinada a Ryu. Su hijo había destacado en todo lo que se propuso, por lo que se convirtió rápidamente en su favorito.

—Conseguí lo que quería. — Fue la respuesta del omega.

— ¿Piensas que el príncipe Ancel se sentirá temeroso de ti luego de este día? — Su mirada demostraba decepción, pero también enojo contra ese hijo que había criado, teniendo en mente unas altas expectativas. — Todo lo contrario, es un idealista, piensa que llegará aquí a cambiarlo todo, a liberar a todos los esclavos. No es un omega al que puedas amedrentar de la misma forma que a los demás. — Le recordó.

El omega acarició su mejilla golpeada. Su labio inferior tembló al recordar cómo Kenshiro no parecía notarlo tan siquiera. Estaba casado con él, pero no podía hacer que se fijara en él.

—Aun así...ahora sabe que puedo conseguir lo que deseo y que no puede detenerme, ni siquiera teniendo a Kenshiro a su favor.

Si no tenía a su marido de su lado, al menos se consolaría dañando al omega que favorecía.

—Solo conseguiste salirte con la tuya porque yo estoy aquí, Ryu, entiéndelo. — Sentenció su padre con expresión severa. Akimitsu medía un metro ochenta, por lo que cuando ponía esa mirada parecía crecer más. — No tienes poder propio, para eso tendrás que labrarte un camino y enemistándote con tu marido no lo conseguirás.

—Tía...

Akimitsu rodó los ojos.

—Meiyoung es diferente, tiene una herencia propia por parte de su madre. — Comenzó a moverse por el salón con una mirada abstraída. Por su mente desfilaron muchos recuerdos del pasado que le irritaban. Meiyoung había sido su hermana favorita, pero también sabía que si ella hubiera nacido alfa, su padre la hubiera nombrado heredera. Ella era fuerte emocionalmente como un roble, fría y letal a su manera. — Además, se ha ganado mi respeto, el de mi padre y toda la corte de Taiyou por su sacrificio al casarse con Stephano.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora