Capítulo 36: Alfa vs alfa

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Ancel y Kenshiro permanecían recostados sobre el lecho del omega, cómodos, dulcemente arrullados por la forma en que sus feromonas armonizaban a la perfección. Estaban frente a frente, recostados de lado. Kenshiro deslizaba sus dedos suavemente por encima de la mejilla de su omega.

—Supongo que varios meses después de tu cumpleaños diecinueve llegó mi cuarta carta ¿no es así? —Preguntó Kenshiro en un susurro suave. No tenía intención de hacer sentir culpable a Ancel, solo sentía curiosidad por lo que había sucedido.

—Sí. La carta que rompí. — Respondió esperando la reacción de Kenshiro, quien solamente soltó un suspiro y continuó deslizando sus dedos por su mejilla. — Y creo que es un buen momento para retomar mi narración. Porque, en ese tiempo decidí intentarlo con Ashford.

El gesto de Kenshiro se agrió levemente. Bajó su mano y tomó la mano de Ancel para entrelazar sus dedos.

— Solo me consuela saber que al final no funcionó. — Tenía que ser sincero. Solo podía sentir alivio por ello. No tenía idea de su propia reacción de Ancel y Ashford se hubieran casado. O quizás sí la sabía y le daba vergüenza aceptarlo.

Ancel rió divertido por los claros celos, dejó un beso rápido en la mejilla de Ken antes de volver a recostarse de lado. Los ojos del alfa le dedicaban una mirada intensa, llena de amor y pasión.

— Ven aquí. — Urgió Kenshiro mientras atraía a Ancel para un beso más largo. Un beso que le daría valor para escuchar cómo estuvo a punto de perder a su amado por las intrigas de su madre.

Cuando el beso terminó, Ancel volvió a su lugar, ambos estaban muy juntos, sus rodillas se tocaban y sus alientos se mezclaban.

—Te escucho, amor. — Susurró el alfa.

Para Ancel era increíble poder estar junto a Kenshiro. En aquella época había pensado que nunca más podría volver a tener algún tipo de intimidad con Kenshiro y que debía desterrar como fuera los sentimientos por él. Esa desesperación le llevó a casi cometer un gran error del que se vio librado por las propias acciones de Ashford.

..........

En aquel momento habían transcurrido meses desde el despreciable edicto de la emperatriz. Los Reinos Independientes se habían reunido nuevamente en Whitehall para discutir cómo sobrellevar el edicto. ¿Preparar o no a los jóvenes? Al final, decidieron no hacer una selección, sino que sólo príncipes y princesas o nobles que de forma voluntaria participen. Ya que no podían obligar a nadie a marchar a una corte tan peligrosa como la de Hannover. Era prácticamente como si se preparan para el peligro mortal o la guerra, una responsabilidad que solo debía de competerle a la nobleza o realeza, pues eran quienes tenían el deber de proteger a su pueblo como fuera.

Aun así, continuaron fortaleciendo su unión, su entrenamiento y aumentando su fabricación de armas. Ancel consideró necesario que aquellos jóvenes que participen en la selección de consortes y concubinos para Kenshiro debían saber defenderse y también tener una escolta propia, la cual podía ser disfrazada como sirvientes. Aun así, seguían debatiendo en cómo evitar que estos chicos, que en muchos casos eran hijos de la realeza, fueran a Hannover para convertirse en rehenes. Aunque estaban siendo preparados para lo peor, aun deseaban encontrar una manera de evitarlo.

—Ashford, hay algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza y que ya he discutido con mi padre. — En todo este tiempo, la amistad con el alfa se había fortalecido, convirtiéndose en su segunda persona confiable después de Adrien. — Lo propondré en la próxima reunión, pero quiero compartirlo contigo antes.

El alfa sonrió por ser considerado de esa forma. Habían permanecido en Whitehall varios meses junto a los demás príncipes y nobles. Durante este tiempo, Ancel había liderado el entrenamiento de estos, además se había decidido que cada uno formara grupos especiales de escoltas y guardaespaldas propios para estar previstos. También habían contratado a maestros en el arte del control de las feromonas para los omegas y alfas, lo cual había servido para evitar los peligros producto de los instintos. En ese momento, Ancel ya era admirado por todos los príncipes, incluso por los príncipes herederos de los demás reinos. Su amistad se había vuelto tan fuerte como cuando eran niños y cada vez que se reunían, Ancel y Ashford pasaban la mayor parte del tiempo juntos.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora