Despertar al lado de Ken era algo a lo que perfectamente podía acostumbrarse por el resto de su vida. Se apretó más a su pecho, queriendo eliminar todo espacio entre sus cuerpos. Ambos habían estado lo suficientemente cansados por la cacería que no hicieron nada más que besarse perezosamente, mientras sus manos paseaban por sus cuerpos. Entre besos robados y pequeñas risas, ambos se habían quedado dormidos.
Y, aunque ambos ya estaban despiertos, simplemente se observaban, recostados sobre sus lados. Kenshiro se acercó lentamente y dio un beso en su frente. Antes de estar comprometidos, los toques habían sido más atrevidos, pero, de repente, se habían vuelto tímidos, quizás porque cada vez que se tocaban sentían una corriente magnética recorrerlos, una advertencia de que si profundizaban en sus besos y toques no había vuelta atrás.
—Ken, te amo. — fue lo que su corazón quiso que dijera como las primeras palabras del día.
Sus palabras dejaron estremecido a Kenshiro. Parecía como si fuera parte de un sueño al poder escuchar esas dulces palabras de su amado.
—Te amo, Ancel, mi omega, mi príncipe.
Su mano se deslizó por la mejilla contraria. Desearía no tener que separarse, pero también recordaba que debía de escabullirse fuera de la tienda de Ancel. No quería que nadie cuestionara la reputación de su omega.
—Te veré hoy, Ancel.
Tomó su mano y sus dedos se entrelazaron.
—¿Me visitarás?
—Por supuesto.
—Mañana llegan los miembros de la Asamble de toda la Federación de Reinos Independientes, Ken...estoy un poco nervioso. — Murmuró el omega.
—Les dejaré claro mis intenciones, Ancel.
—Sé que lo harás. Aun así...pienso que no debería demostrar estar tan enamorado de ti
—¿Quieres que aparentemos no ser felices?
El alfa suponía que para Ancel era necesario demostrar constantemente que siempre tendría una preferencia a las necesidades de su pueblo que a sus propias emociones.
—No lo sé...no sé qué tan bueno sea demostrar nuestros sentimientos.
—No creo poder contener mis emociones, Ancel, pero si lo haces está bien. — Respondió el alfa entendiendo las dudas de su amado, pero también siendo sincero con sus sentimientos. — No me importa parecer que estoy en tus manos. Aunque no puedo prometerte no envolverte en mis feromonas.
De todas maneras, todos en la corte de Hannover ya suponían que Ancel era su debilidad. Sin embargo, no por nada había ganado una guerra que se prolongó por años. Le tenían miedo y esperaba que el miedo les hiciera saber que no podían atentar contra la persona que amaba.
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Crónicas de Amor y Guerra [ABO]
RomanceEl príncipe Ancel (omega) celebra un baile por su mayoría de edad, se espera que en tal baile encuentre al alfa ideal para ser su consorte, y así ascender al trono. Sin embargo, un misterioso rufián lo ataca en el jardín llamándolo "mi omega". Ance...