Capítulo 80: La sombra del rey

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Parada en medio del salón Han notó a su amiga y camarada

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Parada en medio del salón Han notó a su amiga y camarada. María tenía el cabello atado en una trenza hacia atras, vestía de negro con el atuendo más casual de los guardianes oscuros y una capa encima. Se sintió nostálgico al ver aquel uniforme que alguna vez había portado.

Han Corve, el espía, el guardián, no se había marchado. Solo se había guarecido en una fantasía, en una vida que le era ajena.

—Han, cuánto tiempo. — Dijo María, luego giró hacia Meth y notó a los niños. Esbozó una sonrisa gentil, pero en su mirada había cierta nostalgia que Han recordó en sí mismo cuando veía a familias pasar, pensando que anhelaba esa vida. — Tienes una familia preciosa. Me alegra verte viviendo la vida que todos los guardianes deseamos.

Han se sintió tenso al no poder afirmar que vivía su vida soñada. No sabía si realmente era solo porque su relación con Meth era pésima, si fuera en otras circunstancias ¿de verdad se sentiría satisfecho? o simplemente era que habían pasado demasiados años en guerra que se había grabado en su naturaleza.

Creía que era lo segundo porque amaba a sus cachorros y a Meth, pero no se sentía satisfecho con su día a día.

—María, gracias por visitarme. Este es Meth, mi esposo, y nuestros cachorros mellizos, ambos son omegas, Taisha y Keiran.

—Son bellísimos. Y Meth, he escuchado mucho de ti.

—Buenas tardes, señorita María, soy Meth. — Se presentó el omega. — Creo que los dejaré conversar a solas.

Llamó a un sirviente para que llevará a Keiran y ordenó que les sirvieran té y pasteles para acompañar la conversación. Se retiró para prepararse mentalmente para lo que ocurriría.

—Tienes una casa grande, lista para recibir muchos cachorros, un título, el oro de tu liquidación, vives en un reino pacifico con un buen rey, tienes un esposo precioso y dos cachorros adorables ¿porqué siento que no eres feliz?

Al menos María no le hablaba de forma acusatoria, sino con curiosidad.

—Es una larga historia.

—Cuéntamela, tenemos mucho té y me quiero comer esos pastelitos. — Se sentó, tomó una taza de té y un pastel con la otra mano.

Han rió, había extrañado a su amiga, quería preguntarle sobre los demás guardianes, sus demás compañeros, pero se concentró en contarle su historia. María comenzó a morder con fuerza los pastelitos, incluso con cierta violencia. Cuando terminó tres pastelitos, Han había terminado de contarle.

—¿En serio le detallaste lo sucedido con Adrien, digo, con el secretario supremo de Whitehall?

Ya no podían referirse a él con tanta simpleza estando en Whitehall.

—No quería que hubiera mentiras entre ambos.

María bebió su té y se sirvió más.

—Era decirle la verdad no destruir su corazón, amigo. — Dijo ella. — No he tenido muchas relaciones, pero sé lo que es que te hagan pedazos restregandote en la cara que la otra persona es mejor, que lo quieres más. Además, eso te lo dicen cuando quieren terminar contigo no cuando quieren iniciar una familia ¿qué clase de proposición matrimonial es esa?

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora