Capítulo 70: La realidad es agridulce

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Ancel había estado buscando entre la ropa de Kenshiro

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Ancel había estado buscando entre la ropa de Kenshiro. El aroma de su alfa aún estaba impregnado en toda la ropa a pesar de haber sido lavada. Deseó hundirse en el armario. Luego, algo particular captó su olfato: un aroma potente de Kenshiro. Buscando con su olfato determinó que el aroma condensado de su alfa provenía de un cofre de madera.

—¿Otro obsequio? — Murmuró.

Sin pensar demasiado decidió curiosear, abrió el cofre y encontró un paño de seda manchado de sangre y de una sustancia blanca. Olfateó encontrando que esa sangre era suya y que tenía el aroma de su propia simiente pero también la de Kenshiro. No comprendió al instante. Le pareció surreal tener algo así entre sus manos. Sabía que había sangrado durante su primera vez y que posiblemente Kenshiro le había limpiado mientras dormía, pero no entendía por qué, en vez de desecharlo, lo guardaba en un cofre.

Entonces, a su mente acudió el recuerdo de algo que había encontrado hace muchos años cuando leía sobre la etiqueta entre prometidos en otras regiones: Comprobación de virginidad y prueba de virginidad. También sabía que en Hannover había todo un procedimiento sobre ello que implicaba una revisión previa ordenada por la madre del emperador o el príncipe. Sin embargo, Kenshiro le había repetido una y otra vez que él no sería humillado de esa forma, que no permitiría que se le hiciera una revisión ni una prueba de virginidad.

"Me mintió", pensó.

Gruñó furioso e indignado. Estuvo a punto de despedazar aquella tela, pero decidió esperar para ver que le respondía su ahora esposo. Tomó asiento a la espera, el calor del celo se había transformado en una furia abrumadora.

Y, ahí se encontraban. Ancel estaba en el inicio de su celo, pero lo único que Kenshiro podía captar era su incomodidad y furia a través de lo agrio de sus feromonas.

—¿Hablarás o debo hacerlo yo?

Kenshiro se dio cuenta que la luna de miel había acabado imprevistamente por su estupidez. Sabía que no debía hacerle la prueba, pero tenía miedo de que en un futuro no tuvieran prueba de que Ancel llegó a él siendo virgen y que por eso pudiera ser enjuiciado.

—Kenshiro Sonne...aún no es tarde para mí. — Comentó Ancel ante el silencio del otro. Se indignaba más a cada segundo que pasaba. — Después de todo, existe el dirvorcio bajo mis leyes.

—¡No!... — Reaccionó Kenshiro. — No te vas a divorciar de mí por una tontería ¿verdad?

Ancel levantó una ceja como si le retara a confirmarlo.

—Perdón. — Dijo Kenshiro, queriéndose acercar al omega, pero este levantó la mano y le amenazó con sus feromonas de que no se acercara a él. — Amor, no es lo que piensas.

—¿No? Entonces, ¿tienes alguna clase de fetiche por conservar mi sangre?

Quisiera decir que sí, pero sabía que Ancel no aceptaría su mentira. De hecho, el omega ya sabía que significaba ese paño, era claro en sus ojos dorados.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora