Capítulo 15: No puedo perderte

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El humo morado se expandía por toda la tienda. El príncipe, pensando que podría tratarse de veneno, se amarró un pañuelo para cubrirse la nariz y boca. Le tendió otro a Adrien. El cual comprendió rápidamente que debía de hacer. Cuando tuvieron cubierta la cara, buscaron levantarse, pero sintieron las piernas pesadas. Aquel humo no era veneno, sino se trataba de humo adormecedor de rápida acción.

A pesar del pañuelo, un poco de humo se colaba por las fibras. Pronto sintieron la lengua pastosa y adormecida. Cuando intentaron gritar para pedir ayuda, solo salieron ruidos de sus gargantas. Adrien se desesperó, pero Ancel guardó la calma. Se puso de pie aun con las piernas tambaleándose y ayudó a Adrien a hacerlo. No podían caminar rápido, solo arrastrar las piernas que cada vez se volvían más pesadas.

—V...ete... Ad...rien, vete...—Murmuró con dificultad.

El agujero fue abierto con más fuerza, ampliando su dimensión; y por este comenzaron a ingresar personas. Las piernas de ambos omegas se tambaleaban. Como pudo, Ancel empujó a Adrien en dirección a la salida de la carpa. Los sujetos que habían ingresado eran tres, se abalanzaron sobre ellos para callarlos al ver que estos habían logrado cubrirse parte de la nariz y boca.

—¡C..orr...e! —Ancel terminó de rodillas.

Adrien aún estaba mareado, los ojos picaban y su cuerpo se sentía pesado. Luchó por arrastrarse. Quiso gritar, pero la voz no le salía. El espacio hacia la entrada se le hacía demasiado largo. Se mordió el labio inferior hasta hacerlo sangrar y el dolor hizo que un poco del sopor disminuyera. Se empujó con todas sus fuerzas y llegó a la entrada de la carpa. Esperaba encontrar ayuda, pero los guardianes estaban noqueados.

Sin embargo, pudo notar que en la carpa del sanador había personas y guardias que lo protegían. Si tan solo pudiera llamarlos...Quiso gritar con todas sus fuerzas, pero su voz salió apagada. Comenzó a intentar despertar a los guardias a punta de cachetadas. Uno de estos empezó a parpadear pesadamente, pero aun no reaccionaba.

—E...l prín...cipe.... — Susurró Adrien.

El guardián aun atontado le señaló su cinto. Adrien notó que tenía bengalas de mano. Estas eran usadas para emergencias graves que involucraban al príncipe. Tomó una con desesperación , pero comenzaron a temblarle las manos. Escuchó un estruendo dentro de la carpa. La desesperación comenzó a carcomer. El guardián atontado también se removió queriendo desesperadamente despertarse.

Mientras tanto, dentro de la carpa, Ancel fue capturado por uno de los mercenarios. Observó que los tres estaban vestidos de negro, completamente protegidos para no respirar el humo. No tenía tiempo para pensar si se trataba de los mismos que intentaban asesinar a Kenshiro o si eran otro grupo. El hombre peleaba por quitarle el pañuelo con el que se había cubierto la boca y la nariz. De lograrlo, el humo le impactaría directamente y lo tumbaría con facilidad. Entonces, en el instante en que lograron quitárselo, el omega aguantó la respiración, mientras sacaba de su cinto una daga que siempre guardaba entre sus ropas. La clavó sin piedad en el muslo del sujeto. De inmediato le soltó, dejándolo caer como un bulto.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora