Crónicas de Amor y Guerra [ABO]

Capítulo 34: El Decreto del emperador

Su ingreso y presentación conjunta causó revuelo en la corte. Este podría ser explicado fácilmente como que Ancel era un invitado importante en ese momento al liderar a los Reinos Independientes. Algunos murmuraron que era posible que Kenshiro buscase una alianza con ellos, pero esa química entre ambos era evidente. Aun así, a ninguno realmente le importaba que fueran amantes. Después de todo, estos estados vasallos no enviaban a sus hijos al harén de Kenshiro para ser felices, amar y ser amados, sino que los enviaban para representar a sus reinos y balancear el poder, preferiblemente con un heredero a su favor.

Luego de presentarse ante la emperatriz, tuvieron que separarse. Aunque parecía que habían encontrado una manera de estar juntos, esto aún no era oficial. Ancel tuvo que tomar asiento en el ala de invitados de honor, mientras que Kenshiro tuvo que sentarse al lado de su madre, como el príncipe heredero de Hannover que era. Sus miradas se cruzaron cada vez que pudieron sin resultar tan evidentes.

La celebración fue retomada. Los sirvientes repartieron el champagne ceremonial para celebrar la victoria según la costumbre de Hannover. Todos los invitados se pusieron de pie, con la copa alzada, celebraron el regreso triunfal de Kenshiro luego de haber vencido al Khan de Rouran y someter ese territorio como propio de Hannover.

Parte de la tradición, era que el celebrado abriera el baile. Cada uno de los consortes de Kenshiro estaban presentes siendo liderados por el príncipe Ryu Endo, hijo del príncipe heredero de Taiyou, quien a la vez era primo de Kenshiro. Sin embargo, cuando Kenshiro se puso de pie no se dirigió hacia ellos, sino que caminó hasta Ancel y pidió su mano para bailar.

—Líder de los Reinos Independientes, príncipe heredero Ancel, ¿me permite bailar esta pieza conmigo?

La mirada de Kenshiro estaba enfocada en Ancel mientras ofrecía su mano, sus labios contenían una sonrisa, pero sus ojos destellaban de anhelo. Hacía más de tres años que no bailaban juntos. Ancel aceptó la invitación, cuando sus miradas se encontraron, el mundo exterior dejó de existir.

Ambos se deslizaron hasta el centro de la pista de baile. La música comenzó. Al ser un baile planeado para Kenshiro y su consorte principal la melodía era más lenta, melódica, con unas notas que denotaban cierto misticismo e intimidad. Los cantantes principales eran dos betas, una mujer y un hombre, sus voces fueron ganando fuerza, evocando un romance sensual y apasionado, pues hablaba de un reencuentro luego de mucho tiempo de separación

La lengua de la canción no era propia de la lengua de Hannover, Ancel no pudo entender la letra perfectamente, pero el ritmo hacía que su corazón se acelerara. Kenshiro le sostuvo de la cintura, mientras su otra mano era tomada con delicadeza.

Todos en la sala los miraban con diferentes expresiones. Sin embargo, sus portes siguieron siendo elegantes y orgullosos mientras se deslizaban por la pista de baile. Aunque no estaban al tanto de las miradas externas, tres personas les dedicaban expresiones particulares. En primer lugar, existía cierta preocupación en la mirada de Ashford.