Capítulo 54: Lazos de odio

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Los lazos de amor y de odio poseen fuerzas similares, ya que pueden empujar a los seres humanos a actuar como nunca lo hubieran esperado, dan origen a todas las demás emociones. Estas pueden iniciar con solo conocerse, pero se van reforzando o debilitando a través del tiempo. Están íntimamente conectados, por lo que uno puede dar lugar al otro en cuestión de tiempo. Los lazos de odio que unían a Akimitsu, Yeda, Meiyoung y Stephano eran irrompibles en la vida, que solo la muerte podía deshacer. Con los años, estos lazos de odio se habían visto reforzados, alimentados a cada acción. ¿Fue culpa de algunos de ellos o de las circunstancias? lo cierto es que se vieron atrapados en la vorágine de las consecuencias de sus acciones.

Antes de que Stephano se convirtiera en emperador, cuando su padre vivía y reinaba, los ejércitos de Hannover y Taiyou habían llegado a un punto muerto para ambos, los emperadores de ambos reinos creyeron que lo mejor era una unión, se conversó ampliamente y, entonces, se acordó la paz a través del matrimonio del príncipe heredero Stephano y la princesa imperial Meiyoung de Taiyou. Ellos no se conocían, Meiyoung nunca había abandonado su palacio, mientras que Stephano estaba en desacuerdo con aquel arreglo, no solo por cuestiones personales, sino porque no confiaba en el clan Endo que gobernaba Taiyou. Eran demasiados años de batalla como para poder unificarse, Stephano pensaba que solo era una táctica para ganar tiempo.

Solo que, incluso antes de su matrimonio, el Imperio Taiyou pasó a ser Reino Vasallo y a ganar poder en la corte de Hannover, los miembros del clan Endo y sus clanes aliados eran tan diestros en batalla como en política. Muchos de los representantes de Estados Vasallos estaban de acuerdo con la paz, pues se habían desgastado muchos recursos durante las largas guerras, mientras que Taiyou poseía muchos recursos que les ayudaría a continuar las batallas contra el Imperio Gaul. Otros temían que Taiyou se aliera al clan Hunin de Gaul para atacar Hannover, por lo que era mejor la paz. Solo algunos clanes más leales a Stephano creyeron que no era una buena jugada esta alianza. Con todos los acuerdos cerrados, se avanzó a las preparaciones para el matrimonio entre ambos príncipes.

En ese entonces, en Taiyou, Yeda solo sentía que lo que le unía a Akimitsu era el amor puro. Adoraba al príncipe, los planes de Akimitsu eran los suyos propios. E, incluso, encontraron una manera de amarse y permanecer juntos en los celos de Yeda. Ambos eran alfa, los periodos de celo, se suponía que la naturaleza demandaba por un omega, en el peor de los casos un beta que no tenga feromonas que aumente la agresividad. Pero, Yeda había sido entrenado para acompañar a Akimitsu desde niño sin importar las circunstancias, por lo que no fue difícil que ambos lograran permanecer juntos y que Akimitsu tomara el lugar de un omega para satisfacer a su esclavo. Lamentablemente, los celos de Akimitsu eran diferentes, estos estaban totalmente a disposición de las leyes imperiales, por lo que debía de pasarlo con alguno de sus consortes para intentar preñarlos y producir el heredero alfa que su dinastía necesitaba. Akimitsu había probado no ser estéril, pues ya tenía cachorros omegas, pero no nacía ningún alfa. Solo podía ser designio de los Dioses, especialmente, del Dios del Destino. Ningún dragón alfa nacía de él.

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